Nacido el 1 de abril de 1873 en las tierras de Oneg, cerca de Novgorod, la familia de Sergei Rachmaninov estaba emparentaban remotamente con el Gran Ducado de Moscú. La música era parte de una larga tradición en esta noble familia, su bisabuelo había sido un destacado violinista, su bisabuela una buena cantante, su padre un gran aficionado y de su madre recibió sus primeras clases de piano. Quizás por estas razones –y también por haber disfrutado siendo joven de la amistad de Tchaikovsky- Rachmaninov tenía una fuerte vocación romántica que lo llevó a componer un gran número de canciones de concierto, romanzas según la denominación rusa. Género que, por otra parte, carecía de la tradición de la que disfrutaba el Lied en Alemania, y que tuvo que ser inventado por los compositores rusos de la segunda mitad del siglo XIX, hasta que fue consolidado por Tchaikovsky y Rachmaninov.
Inspirados por el mismo espíritu romántico, Tchaikovsky escribió romanzas toda la vida y Rachmaninov compuso cerca de noventa hasta su exilio a raíz de la Revolución de Octubre de 1917. Sólo entonces, dejaría de escribir canciones, transformado en un personaje triste hasta el final de sus días por el sentimiento de desarraigo, y afligido por el recuerdo de que en su infancia había sufrido la muerte de su padre, víctima del desenfreno en el gasto que llevó a la familia a la ruina.
En 1901, Rachmaninov acababa de recuperarse de la depresión surgida a raíz del rotundo fracaso del estreno de su Primera Sinfonía con la ayuda del conocido psicoterapeuta Nikolai Dahl, que lo convenció de que la única forma de superar su débil y lamentable estado existencial era componer inmediatamente otra obra. En octubre de ese año estrenó con enorme éxito su Concierto para piano nº 2, y en abril del año siguiente se casó con su prima Natalia Aleksándrovna Sátina. Para financiarse la boda y el viaje de novios, escribió las Doce Romanzas del op. 21, entre las que se incluye Zdes' khorosho -Aquí se está bien-, compuesta sobre un elegante poema de la escritora y traductora Glafira Galina, pseudónimo utilizado por la condesa Einerling que, también como buena romántica, cantaba a la naturaleza y al amor. Los versos dicen:
Aquí se está bien... Mira, a lo lejos el río resplandece como el fuego; las praderas se extienden como una alfombra multicolor y las blancas nubes llenan el cielo.
Aquí no hay nadie, reina el silencio; conmigo esta sólo Dios, las flores, el viejo pino, y tú, mi único sueño.
Para finalizar, un consejo. No os perdáis la versión que hoy os traemos, donde los versos han sido sustituidos por los cálidos sonidos del instrumento de una WASP noruega, la trompetista Tine Thing Helseth.