En las postrimerías del Renacimiento, Isabel I Reina de Inglaterra apoyaba decididamente las artes, y entre ellas, en especial la música, por la que sentía verdadera pasión. Excelente interprete de laúd y virginal, Su Majestad era también una buena aficionada a la danza, como demuestra un informe del Masters of the Queen's Post Sir John Stanhope, emitido cuando ella rondaba los cincuenta años... la Reina está tan bien como se lo aseguro...sus ejercicios habituales son seis o siete gallardas en un día, además de tocar música y cantar.
Además de buena aficionada, en su corte se dio protección a más de 70 músicos tan dotados y fecundos como Thomas Tallis, William Byrd, Orlando Gibbons, John Dowland y, por supuesto, el que hoy nos ocupa, Anthony Holborne, del que casi nada se sabe. La primera fecha documentada es 1562 cuando un tal Anthony Holburne entró en el Pembroke College de la Universidad de Cambridge. Deducimos que a estudiar Leyes, porque tres años después, un londinense del mismo nombre fue admitido en el Inner Temple Court, uno de los Colegios Profesionales de Abogados cercanos a la Real Corte de Justicia.
Por aquellas fechas, la traducción de Nicholas Yonge del libro Música transalpina -una colección de los 57 mejores madrigales italianos- despertó un notable interés por el refinado arte transalpino y significó el comienzo de una auténtica Edad de Oro en Inglaterra. Así, en 1597 sale publicado el primer trabajo conocido de Holborne, 58 composiciones reunidas en Cittarn Schoole, y dos años más tarde publicó 65 más bajo el título de Pavans, Galliards, Almains, and other short Aeirs, una de las primeras ediciones en abrir la fecunda tradición del consort inglés. Es por dos de estas composiciones para danza – en su mayoría pavanas, gallardas y alemandas-, que nos enteramos que era Caballero y Sirviente de su excelsa Majestad Isabel I, aunque no está claro cuáles eran sus funciones exactas pues no aparece en ninguno de los libros de cuentas de la Capilla Real. Que John Dowland, el compositor inglés más destacado, virtuoso, dramático y melancólico de su época, le dedicase una de sus más grandes canciones -I Saw my Lady Weepe- demuestra que Holborne debió ser un músico muy conocido y respetado.
Demostración corroborada cuando The Fairie Round, una de las 65 piezas del libro de Holborne fue seleccionada para su inclusión en The Sounds of Earth, el Disco de Oro que viaja a bordo de las sondas Voyager 1 y Voyager 2, lanzadas al espacio en 1977 y 1979, respectivamente. A diferencia de todas las grabadas hasta entonces, aquella versión fue interpretada por los pioneros en el renacimiento de la música antigua David Munrow y The Early Music Consort of London con los instrumentos originales de la época de Holborne. Mientras viaja a través del océano cósmico en búsqueda de vida inteligente que sepa apreciarla, la versión que hoy os traemos también está interpretada con instrumentos originales de la época, por los extraordinarios Voices of Music de San Francisco.