Classical

Sinfonía RV 725, Allegro, La fida ninfa. Antonio Vivaldi

Después de su estreno en Verona en 1732 y su reestreno en Viena cinco años después con el título Il giorno felice, no volvió a representarse hasta 1958.

A principios del siglo XVIII, Verona era la segunda ciudad más importante del Véneto, después de Venecia. La creciente prosperidad de la villa y su relativa fama en el circuito musical italiano hizo que sus autoridades se plantearan la conveniencia de construir un moderno recinto de ópera que sustituyera al antiguo Teatro del Capitano, el que hoy es el Nuovo Teatro Filarmónico. Para su inauguración se decidió que el florentino Giuseppe Maria Orlandini pusiera música a una obra temprana del marqués Francesco Scipione Maffei, responsable de la comisión de inauguración, distinguido académico de la Accademia Filarmonica en Verona, además de poeta, arqueólogo, diplomático y dramaturgo. La obra se llamaba La fida ninfa, un libreto que había permanecido inédito hasta que fue publicado en 1714 bajo el título Sciro fuor di Sciro, dedicado al emperador Carlos VI.

El proyecto de construcción fue confiado a Francesco Bibiena, comenzando las obras en 1715. Con las obras a punto de concluir trece años después, la inauguración fue cancelada por orden de la inquisición veneciana. Nunca se han aclarado los motivos de esa prohibición pues los argumentos inquisitoriales fueron vagos y espurios, pero lo cierto es que Orlandini declinó el encargo, marchándose a su patria. Antonio Vivaldi recibió el encargo urgente de sustituir a Orlandini, siempre usando el libreto de Maffei, responsabilidad que aceptó encantado.

Mientras la componía, la inauguración del teatro tuvo que esperar dos años más. Para entonces Vivaldi superaba la cincuentena y era un compositor reconocido en plena madurez. Además de tener un amplio bagaje en todo tipo de obras concertantes, por aquella época viene de triunfar en la ópera con títulos como Farnace, Siroe, Orlando, Rosilena ed Oronta, L’Atenaide y Argippo. Encuadrado en el género típico del drama pastoril, el libreto de Maffei resultaba ciertamente pesado y aburrido, por lo que Vivaldi tuvo que utilizar todas sus habilidades para combatir el tedio, componiendo una obra de marcada originalidad que ejerciera de contrapeso a un texto cargante. Así, con el objeto de reforzar la expresividad de la voz, modificó la estructura de las nada menos que 27 arias, aligeró los recitativos, e introdujo dos dúos, un trío, un cuarteto, un quinteto y un sexteto, además de tres sinfonías, entre ellas la sinfonía para cuerdas y trompas Tempesta di mare del acto tercero, para la cual emplea material proveniente de un concierto para violín anterior del mismo nombre. Todo completamente inusual en la ópera barroca.

Contra todo pronóstico a la vista del texto de Maffei, Vivaldi alumbró una obra llena de gracia, elegante y delicada, una de sus 49 óperas que demuestra la fabulosa capacidad del prette rosso para crear melodías bellísimas y delicadas ornamentaciones sólo al alcance de los mejores intérpretes de su época. El día de su estreno en la epifania de 1732, La fida ninfa obtuvo un enorme éxito. Cinco años más tarde se representó en Viena con el título título Il giorno felice, momento en el que cayó en el olvido para no volver a representarse hasta 1958.

Ahora os dejamos tranquilos para que disfrutéis del primer movimiento, Allegro, de la sinfonía con la que comienza La fida ninfa, la RV 725, interpretada en la Capilla de la Trinidad de Lyon por el Ensemble Matheus bajo la dirección de Jean-Christophe Spinosi.