Nacido en el seno de una noble y antigua familia, Alexander Borodin (1833-1887) estudió medicina y química en la Academia militar de San Petersburgo. Cuando terminó sus estudios, no se ganó la vida con la música sino con la química, en la que alcanzó fama internacional por su estudio de los aldehídos.
Pero tenía un talento especial para la música que descubrió muy pronto, a los nueve años, interpretando al piano el repertorio completo de las bandas de los regimientos y a los trece, componiendo un concierto para flauta. Más tarde se introdujo en el círculo de Balakirev conocido como El Gran Puñado o Grupo de los Cinco.
Por el Nocturno de Borodin se conoce el tercer movimiento del Cuarteto de Cuerda número dos de Alexander Borodin, ese químico que se autodenominaba compositor dominguero, pero que consiguió escribir algunas de las melodías más inolvidables que se pueden escuchar. Es el fragmento más popular de este Cuarteto dedicado en 1881 a su esposa, como evocación de aquellos tiempos en los que ambos se conocieron en Heidelberg. De ahí, su fuerte contenido emocional.