El argumento es muy sencillo. Basado en la trágica historia medieval de Paolo Malatesta y Francesca de Rimini, en el reino imaginario de Allemonde se monta un triángulo amoroso entre Pelléas, Golaud y Mélisande, dos hermanos atraídos por la misma mujer. Los conflictos que trata la obra son imperecederos y universales, temas tratados en todas las óperas anteriores y posteriores, amor, engaño, crueldad, violencia, demencia y muerte. Sin embargo, lo revolucionario de esta ópera no es el argumento en sí, sino el tratamiento que Debussy le dio.
Pelléas et Mélisande es la transposición del mito de Tristán e Isolda, un amor que se impone pese a las normas morales y que sólo en la muerte se realiza. Sin embargo, su lenguaje musical es completamente nuevo. Allí donde Wagner vuelca todo el lenguaje musical para romper con la voz, Debussy restituye el valor poético de la palabra, y sólo la palabra es la que guía el aspecto dramático de la música. A diferencia de cualquier ópera desde Monteverdi, donde cada acto presenta una gran unidad espacio-temporal, la ópera de Debussy se presenta como una sucesión de cinco actos cortos de desigual duración, mediados por interludios orquestales, con saltos temporales, ajena al realismo lineal imperante y a la melodía tradicional, sin arias, cavaletas y marchas. La orquesta acaricia las palabras, las resalta, matiza, subraya, las modela en una aparente espontaneidad, la misma que se encuentra presente en su Prélude à l'après-midi d'un faune. Es el inconfundible estilo impresionista.
Debussy quiso utilizar un texto ambivalente y abierto para expresar algo extremadamente personal sobre el misterio de la vida. Por eso eligió a Maurice Maeterlinck –más tarde Premio Nobel- que escribió un libreto –carente de rima- simbolista, aquel movimiento literario de Baudelaire, Rimbaud y Mallarmé en el que las ideas se expresaban por símbolos en reemplazo de la expresión lineal. En vez de decir lo que quiere, dice algo distinto, pero reconocible aunque inexpresable, inmaterial como es el misterio de la vida, la fragilidad de la inocencia, la esperanza en vano, el espejismo del amor, la realidad invisible de Juan Ramón Jiménez. Simbolismo e impresionismo que conforman la síntesis en la que radica la originalidad, influencia y fama de esta ópera fuera del espacio y del tiempo.