Hasta su total independencia en 1905, Noruega había permanecido bajo la órbita danesa hasta 1814 y durante gran parte del siglo XIX estuvo anexionada a la corona de Suecia. Con una visión nacionalista a la hora de componer, Grieg se encargó de situar a Noruega en el mundo. De hecho, Peer Gynt es a la conciencia nacional noruega lo que el Hamlet de Shakespeare a la inglesa o el Fausto de Goethe a la alemana.
A medida que la música de Edvard Grieg se hizo más madura, fue abandonando la influencia de músicos románticos como Chopin y Schumann para comenzar a adaptar sus propios acordes melódicos basados en el folclore noruego. Grieg quiso crear una música clásica noruega, nacionalista, libre de la dominante cultura alemana y para ello se inspiraría en las tradicionales melodías noruegas de carácter pastoril. Los fundamentos armónicos de Grieg fueron los más vanguardistas de su época, convirtiéndose en el antecedente de músicos impresionistas como Ravel o Debussy. Sin embargo, el público, todavía acostumbrado a las armonías de Mozart o Beethoven, tardaría en comprender esos elementos impresionistas latentes en su obra.
En enero de 1874, el dramaturgo Henrik Ibsen, autor de Casa de muñecas, le escribió una breve carta. Estimado Señor Grieg, le envío estas líneas porque tengo un proyecto que quisiera realizar, y desearía preguntarle si está Usted dispuesto a colaborar conmigo. El proyecto al que hacía referencia era un drama picaresco titulado Peer Gynt, que con música incidental de Grieg, habría de estrenarse en Oslo en febrero de 1876. Peer Gynt es una obra central de la literatura noruega entre el romanticismo y el realismo. Peer Gynt es la síntesis del antihéroe, un joven pícaro descarado, extraordinariamente soñador, pero con un indudable encanto con las mujeres. Un día descubre que Ingrid, la chica que el creía que le amaba, se va a casar con el herrero y acude raudo a la ceremonia con la intención de impedirla. Pero por el camino se distrae con otra chica, Solveig. Al amanecer, se acuerda de Ingrid y la rapta para abandonarla a la mañana siguiente.
Años después del estreno Grieg mostró sus reservas con el resultado de aquella colaboración con Ibsen, pero, sin embargo, quedó muy satisfecho por el éxito de las dos suites del drama, que escribió para que pudieran interpretarse con o sin la representación teatral. Sin embargo, la música forma parte del repertorio sinfónico habitual, mientras que la obra de teatro raramente se representa.