Classical

La Cueva de Fingal, Las Hébridas. Félix Mendelssohn

Entre otros motivos, la Cueva de Fingal es famosa por Mendelssohn y su poema sinfónico Las Hébridas.

La costa oeste de Escocia está repleta de islas que forman un hermoso conjunto de formas agrestes, recortadas y escarpadas, Las Hébridas. La más importante de las Hébridas Interiores del Sur es la isla de Mull, aunque al oeste se puede encontrar otra mucho más pequeña llamada Staffa. Esta isla deshabitada resulta interesante para los ornitólogos por su importante comunidad de simpáticos frailecillos, y para los geólogos y turistas por sus columnas basálticas formadas hace 60 millones de años. Estas soberbias formaciones de base hexagonal se ven repartidas por toda la isla, pero las más sobrecogedoras se encuentran en la llamada Cueva de Fingal, una inmensa catedral natural cuyo nombre gaélico, Uamh Binn -gruta de la melodía-, alude a los conmocionantes sonidos producidos por el eco que la rompiente produce al batir en sus cantiles. Según la leyenda contada en el siglo XVIII por el bardo céltico James Macpherson, al que gustaba que le llamaran con el sobrenombre de Ossián, Fingal era un gigante gaélico que mantuvo una pelea con un gigante del Ulster, Benandonner, que construyó un puente entre Irlanda y Escocia para luchar contra Fingal. De ese paso sólo sobrevivieron a la batalla sus dos arranques, uno en Staffa y otro en Antrim, en Irlanda del Norte, la conocida como Calzada de los Gigantes que es Patrimonio de la UNESCO.

El de Félix Mendelssohn es el rostro amable y feliz del romanticismo. Su acaudalado padre procuró a sus tres hijos holgura material y un hogar cultivado, frecuentado por los intelectuales más notables de la época, entre otros el geógrafo Alexander von Humboldt, el poeta y ensayista Heinrich Heine y el filósofo Hegel. Con veinte años el joven Félix, que había debutado como pianista a los nueve con la interpretación en un acto privado de un concierto militar de Dusek, y a los diecisiete ya se le consideraba un compositor sobresaliente por su primera gran obra, El sueño de una noche de verano, comenzó un periplo por Europa para dar a conocer su talento. En abril de 1829 visitó Londres en el primero de los diez viajes realizados a Inglaterra, y a los pocos días dirigió sus pasos hacia Escocia, recalando en la isla de Staffa.

Inmediatamente después de visitar la Cueva de Fingal comenzó a escribir el tema inicial de lo que al año siguiente se convertiría en La isla solitaria, una partitura que le envió a su hermana Fanny con una nota, Para lograr que comprendas hasta qué punto me han afectado las Hébridas, te envío lo siguiente, que vino a mi cabeza allí. Un par de años más tarde la revisaría poniéndole otro título, Las Hébridas, cuya obertura se la conoce como La Gruta de Fingal aunque esté pensada como pieza independiente. La obra, una simple evocación de sensaciones como más tarde compondrían los impresionistas, se estrenó bajo la dirección del autor el 14 de mayo de 1832 en Londres, en un exitoso concierto en el que también se interpretó la obertura de El sueño de una noche de verano.