La leyenda de Idomeneo gozó de considerable fortuna en época moderna, especialmente en el siglo XVIII, cuando el mito y la figura de Idomeneo, antiguo pretendiente de Helena de Troya y mencionado por el propio Agamenón entre los héroes aqueos dignos de situarse al lado de Ayante, de Ulises y de Aquiles en Troya, sirvió de argumento a varias obras teatrales y operísticas. Entre las más importantes cabe citar dos piezas francesas que tuvieron una influencia decisiva para la difusión del tema, la tragedia Idoménée de Jolyot de Crébillon y la tragédie lyrique del mismo nombre del compositor André Campra, basada en un libreto de Antoine Danchet. Pero sin duda el tratamiento más conocido del mito es la famosa ópera Idomeneo de Mozart, estrenada en Munich el 29 de enero de 1781, con libreto en italiano de Gianbattista Varesco, que adapta la versión de Andrè Campra reduciendo a tres los cinco actos del original y buscando un desenlace feliz a la trama.
Un año antes del estreno, Mozart acababa de cumplir 25 años y ya había compuesto 14 óperas. Sin embargo, era un hombre insatisfecho y desorientado. Pese a poseer un enorme y reconocido talento, no podía mantenerse y se debía a la protección de Jerónimo Colloredo, Arzobispo de Salzburgo, que le mal pagaba su trabajo. Por otro lado Leopold, su padre, evitaba su independencia manteniendo a Wolfgang atado a una ciudad que carecía de la creatividad de Manheim o Viena, y en la que su juicio se asfixiaba lentamente. De ahí que cuando le llegó la oferta del regente bávaro Carl Theodor para la composición de una ópera que se representaría en los Carnavales de Múnich, Mozart no dudo en aceptar inmediatamente el encargo, retomando el tema del conflicto entre el deber a los dioses y el amor paternal del héroe Idomeneo, tan sólo representado unos años atrás en la tragedia en cinco actos de Danchet musicada por Campra en 1731.
El príncipe regente del Palatinado y Baviera era un virtuoso protector que había llevado a la corte de Manheim a un elevado estatus musical, gracias a la contratación de auténticos profesionales para su coro y orquesta, además de los mejores escenógrafos. Así consiguió Mozart crear una nueva ópera seria, pero no cualquier ópera seria, sino aquella que marcaría un antes y un después en su obra. Idomeneo, rey de Creta es una síntesis de ópera seria, de tragédie lyrique, y de un nuevo enfoque conceptual y musical que allanó el camino a la nueva ópera nacida de la reforma musical perseguida por Gluck. Su éxito le sirvió para romper con todo lo que Salzburgo representaba y huir a Múnich y luego a Viena.