A principios del siglo XVII la viola da gamba había pasado su época de esplendor en Italia, pero se asentó en Inglaterra e inmediatamente en Francia. Importada la tradición por André Maugars -que había viajado por Italia, España e Inglaterra-, en Francia se convirtió en el instrumento preferido en los ambientes cortesanos y reinaría durante décadas – junto con el clave- gracias a los maestro de la segunda generación de gambistas franceses a la que pertenecen figuras de la talla de Monsieur de Machy y Jean de Sainte Colombe, el verdadero fundador de la escuela de Versalles.
La edad dorada de la viola da gamba francesa se produce a fines del XVII y principios del XVIII. Es la época de los grandes maestros franceses que desde la Chambre Royal contribuyeron al esplendor musical de la corte del Rey Sol y fueron un referente para el resto de Francia y Europa. Son los Lully, Couperin, Sainte-Colombe, los Forqueray, De Buisson y, sobre todo, el gran genio de la viola da gamba francesa, el parisino Marin Marais, discípulo de Sainte Colombe.
Marin Marais fue autor de cinco libros con más de seiscientas cincuenta piezas para una o varias violas que, escritos desde 1686 a 1725 – casi cuarenta años-, sirvieron para renovar la literatura sobre viola y explotar al máximo sus posibilidades, además de dotarlo de un protagonismo excepcional. Frente a Antoine Forqueray, con su estilo diabólico e italianizante, Marais representa la tradición francesa, donde la escritura para la viola alcanza una perfección clásica en la que melodía y armonía se funden con naturalidad.
Escuchen la Suite en la menor del tercero de sus libros, titulada Grand Ballet, con François Joubert-Caillet y Andreas Linos a la viola y Philippe Grisvard, al clave.