En la gruta del Rey de la Montaña, fue compuesta por el músico noruego Edvar Grieg y forma parte de su obra más popular, la suite Peer Gynt, compuesta como música de acompañamiento –música incidental- de la obra teatral del mismo nombre escrita por el dramaturgo Henrik Ibsen, compatriota y amigo del compositor. Grieg escribió dos suites del drama para que pudiera ejecutarse con o sin la representación teatral, aunque, en este caso, la música, que forma parte del repertorio sinfónico habitual, ha prevalecido sobre la obra de teatro, que raramente se representa.
Aunque la música de Edvar Grieg está influida por la de los compositores románticos, especialmente Schumann y Chopin, la obra está claramente inscrita en el movimiento nacionalista que se da en todos los países de la Europa de la segunda mitad del siglo XIX, tomando elementos de la cultura popular de cada país. De este modo, Peer Gynt ocupa en la conciencia nacional noruega el mismo lugar que el Hamlet de Shakespeare en la inglesa o el Fausto de Goethe en la alemana.
El argumento de la obra está basado en las aventuras de Peer Gynt, un pícaro descarado y extraordinariamente imaginativo. Un día descubre que Ingrid, la chica que el creía que le amaba, se va a casar con el herrero y acude raudo a la ceremonia con la intención de impedirla. Pero por el camino se distrae con otra chica, Solveig. Al amanecer, se acuerda de Ingrid y la rapta para abandonarla a la mañana siguiente. Finalmente, Peer se casa con la hija del Rey de la Montaña a cambio del reino que se le va a entregar como dote. Los duendes le van imponiendo condiciones para reinar, que Peer va aceptando, hasta que se proponen quitarle su libertad y convertirlo en duende, momento en el que emprende la huida.
Desde el acorde inicial, en un tempo lento, los instrumentos graves –fagots, violoncellos y contrabajos- nos van narrando la bajada del cauteloso Peer a la misteriosa gruta, húmeda y oscura, melodía que se va repitiendo durante toda la pieza. Encontrada su amada, Peer intenta huir sin ser descubierto, por eso, el oboe y los violines se emplean en pizzicato, pero, en cierto momento lo descubren los Trolls y los duendes guardianes de la cueva del Rey y comienzan a perseguirlos; se acelera el tiempo, aumenta la intensidad, el número de instrumentos, interviene el coro, reflejando una huida desesperada.
Los más poperos recordarán la curiosa utilización de esta pieza de Grieg por Rick Wakeman, antiguo teclista del grupo Yes en su Journey to the Centre of the Earth (1974). Insisto, curiosa.