Classical

Dies Irae, Requiem. Wolfgang Amadeus Mozart

Las del Dies Irae fueron las últimas notas de Mozart antes de morir.

El Réquiem es una misa de difuntos llamada así porque la palabra réquiem es la primera del Introito, el principio de la misa. Una de las características que la diferencia de las demás misas es que en ella se interpretaba la secuencia Dies Irae, hasta su desaparición en 1970 del Misal Romano. La misa de réquiem es un genero cultivado por muchos compositores de todas las épocas, pero quizás, el mejor y más bello ejemplo de los más de cien réquiems que se conocen sea el Réquiem en re menor KV 626 de Wolfgang Amadeus Mozart.

El Dies Irae o Día de la Ira se considera el mejor himno escrito en latín medieval y su autoría comúnmente se atribuye al biógrafo y amigo de San Francisco de Asís, Tomás de Celano, que vivió en la primera mitad del siglo XIII. Sin embargo, el contenido del poema, el Juicio Final presente en la mente de los cristianos como una amenaza que tarde o temprano llegará, se encuentra en numerosas manifestaciones iconográficas medievales, desde los capiteles de la arquitectura románica y las vidrieras góticas, y venía de una larga tradición literaria que comenzaba en San Agustín.

Mozart dejó completo la Introducción y había redactado gran parte de los 5 primeros movimientos de la Secuencia (del Dies irae al Confutatis), además de 8 compases del sexto movimiento, Lacrimosa. También dejó bosquejos avanzados del ofertorio. Por tanto, el Réquiem de Mozart es una obra inconclusa, existiendo varias versiones, aunque la más famosa es la de Süssmayr.

El Dies Irae de Mozart es belleza en estado puro. Pero también es ira, inquietud, rabia y miedo, de una fuerza expresiva que no deja indiferente a nadie. Es lógico, fueron las últimas notas de Mozart antes de morir.

Dies irae, dies illa
solvet saeclum in favilla,
teste David cum Sibylla.
Quantus tremor est futurus
quando iudex est venturus
cuncta stricte discussurus!             
 
Día de ira aquel día
en que los siglos serán reducidos a cenizas,
como profetizó David con la Sibila.
Cuánto terror habrá en el futuro
cuando venga el Juez
a exigirnos cuentas, rigurosamente!