En 1871, después de tocar la viola en una banda musical que más tarde sería la Orquesta Provisional del Teatro Checo, Dvorak decidió dedicarse por completo a la composición. Sin recursos económicos con los que sostenerse y siendo un autentico desconocido hasta la fecha, no podía hacer otra cosa que solicitar la beca del Premio de la Música del Estado austríaco. El premio lo ganó cinco años.
En 1877 se presentó al premio con los Duetos Moldavos, pieza que impresionó a todos los miembros de la comisión de concesión de la beca. Entre ellos se encontraba Johannes Brahms, que le presentó a su propio editor, el más famoso de la época, Fritz Simrock, con el que acordó publicar una obra posterior para piano a cuatro manos, las famosas Danzas Eslavas opus 46 que Dvorak escribió como un grupo de ocho piezas tomando como modelo las Danzas Húngaras de Brahms. Sin embargo, mientras Brahms hizo uso de melodías populares de Hungría, Dvorak se inspiró en los ritmos y armonías característicos de la música popular eslava, mientras las melodías son completamente suyas. Como otros muchos compositores de marcada influencia nacionalista, su música llama a la rebelión de la patria, en su caso Bohemia, subyugadas por el Imperio Austro-húngaro, uno de los grandes imperios decimonónicos.
Como fueron muy bien acogidas y Simrock estaba encantado con las ventas, tiempo después acordaron repetir con la ampliación a otro grupo de ocho piezas que denominaron Danzas Eslavas opus 72. Ambas obras fueron escritas originalmente para piano, aunque el propio compositor checo hizo los arreglos necesarios para adaptarlas a su versión orquestal.
Os proponemos que escuchéis la última de la serie del opus 46, la Danza Eslava nº 8 de nombre vernáculo Furiant, en el concierto de la Orquesta Filarmónica de Berlín dirigida por Sir Simon Rattle.