Classical

Danza del sable, Gayaneh. Aram Khachaturian

Fue uno de los músicos más respetados e influyente de la antigua Unión Soviética.

Autor de una importante obra instrumental y de una considerable producción de música incidental para el teatro y el cine, toda la obra de Khachaturian se encuentra impregnada por los ritmos, melodías y formas del folklore de Armenia, la patria de su padre. El Vals de Mascarada, el adagio de Espartaco o las Danzas de la Bienvenida, la Variaciones de Nuneh, o la Danza del sable del ballet Gayaneh dan muestra de ello, siempre dentro de un estilo de composición directo, sencillo, fresco y colorista, en el que predomina una gran masa sonora y brillantes melodías que recuerdan a la Lezghinka y el Shalakho, al Hopak y la Ouzoundara del folklore tradicional caucásico.

Compuesta entre 1941 y 1942, posiblemente la del ballet Gayaneh es la partitura más lograda de Aram Khachaturian. Su argumento se desarrolla al sur de Armenia, en un koljós soviético durante la Gran Guerra Patria contra el nazismo. Gayaneh, heroína recolectora de algodón, se ve en la patriótica obligación moral de denunciar a su marido por deslealtad hacia sus compañeros. Como casi siempre, al final todo se soluciona y vuelve a casarse, ahora sí, con quien debe –un oficial del Ejército Rojo- y en la celebración se tocan numerosas danzas tradicionales. Cualidades argumentales y estilísticas que hicieron de Aram Khachaturian uno de los compositores más querido, respetado e influyente de la antigua Unión Soviética.

Con libreto y coreografía del matrimonio Derzhavin-Anísimova, Gayaneh fue estrenado el 3 de diciembre de 1942 en el Teatro Leningrado de Perm, donde el Ballet Kírov de San Petersburgo se encontraba evacuado. Al año siguiente fue galardonado con el Premio Stalin y ese mismo año, el compositor elaboró tres suites orquestales que agrupaban sus secuencias más importantes. El quinto fragmento de la tercera suite es la célebre Danza del Sable, una de esas melodías de éxito que continuamente tarareamos pero no sabemos ni de donde viene ni a quien corresponde. A mi me viene de aquella escena de la película de Willy Wilder donde tres (no recuerdo sin son del KGB) le tocan las palmas a una señora que baila sobre la mesa. Desmesura de Wilder y Khachaturian. Y divertida Un, dos, tres.