En la primavera de 1889, Puccini estrenó su segunda ópera, Edgar, en La Scala de Milán. Inmediatamente se dispuso a buscar un tema para su siguiente trabajo, que resultaría ser Manon Lescaut. Pero en enero de 1890 murió el segundo hijo del rey Víctor Manuel II, Amadeo de Saboya, duque de Aosta y fugaz rey de España. Sorprendido y alterado por el luctuoso acontecimiento, Puccini compuso, en una sola noche, un sencillo cuarteto de cuerdas al que llamó Crisantemi, plantas asociadas a los ritos funerarios. Título convincente para la que se ha convertido en la más conocida de las obras instrumentales de un compositor conocido principalmente por la docena de óperas que compuso.
Aunque a Giacomo Puccini se le conoce fundamentalmente por la docena de óperas que compuso, en su catálogo hay además varias obras sacras, unas veinte canciones, dos cantatas y muchas piezas instrumentales, que en el marco de la música de cámara se concreta en una pieza para violín y piano -La sconsolata-, y varias obras para cuarteto de cuerdas, entre las que se encuentra Crisantemi. Pero como buen compositor de ópera, Puccini la utilizó como acompañamiento de la muerte de Manon, en la ópera Manon Lescaut, estrenada tres años después.
Con una rica en melodía, sin embargo su austera expresión marca el ambiente triste de la pieza desde el principio, por lo que además de ser representada en las salas de concierto en su versión orquestal, se utiliza habitualmente en funerales en la versión original para cuarteto de cuerdas.