Classical

Concierto para violín Op. 80, 2º mov. Samuel Coleridge-Taylor

Evidenció una profunda conciencia racial y dedicó muchos esfuerzos a la dignificación de los negros en Inglaterra.

En su época, a Samuel Coleridge-Taylor se le conoció como el Mahler africano, apodo con el que lo bautizaron unos músicos neoyorkinos porque su padre fue un médico criollo nacido en Sierra Leona. Para el compositor, el color de su piel fue en no pocas ocasiones un obstáculo para su desarrollo profesional, lo que le llevó a desarrollar una profunda conciencia social, dedicar muchos esfuerzos a la dignificación de los negros en Inglaterra y pensar más de una vez irse a vivir a Estados Unidos. Si bien nunca lo hizo, en 1901 fue fundada en Washington D.C. la Sociedad Coleridge-Taylor, dedicada a la enseñanza musical de cantantes negros.

Una de las mejores partituras de Coleridge-Taylor es el Concierto para violín Op. 80. Su primera versión, basada en un espiritual negro, fue rechazada por quienes le habían encargado la obra en Estados Unidos. Dicen que una segunda versión se perdió en el mar con el Titanic. La versión definitiva finalmente llegó a manos de su destinataria, la violinista Maud Powell, quien adjudicaría al compositor su segundo apodo, el Dvorak de color. Con razón, pues Coleridge-Taylor admiraba a Dvorak, cuya influencia es perceptible en varias de sus obras.