Classical

Concierto para piano nº 1. Frederic Chopin

Fue compuesto poco antes de que el compositor iniciara una gira de la que no regresaría jamás.

Una de las resoluciones del Congreso de Viena que puso fin a las Guerras Napoleónicas fue que Polonia pasase a depender de uno de los ganadores de la contienda, la Rusia zarista. Aunque los rusos dotaron a Polonia de una constitución propia que le otorgaba cierta independencia, en 1830 -año de revoluciones en Europa- se produjo la Insurrección de Noviembre, una revolución independentista que fue sofocada al año siguiente.

En el momento de la insurrección Chopin, que se encontraba ejecutando en Varsovia una serie de conciertos de gran repercusión mediática, saldría de su patria para no regresar jamás. Al salir de Polonia llevaba consigo un conocimiento profundo de la obra de Bach, había desentrañado los secretos de la música popular de su tierra y había logrado discernir los valores románticos de Mozart y los del lirismo italiano como música pura. En plena efervescencia romántica, Paris no hizo más que confirmarle que el virtuosismo de la época -que por entonces alcanzaba sus más altas cotas- no era válido sino en la medida que respondía a auténticas necesidades musicales. Servirse de los recursos técnicos en vez de supeditarse a ellos es lo que hace que Chopin, dueño de una técnica extraordinaria, se diferencie de los virtuosos románticos, que sea todo lo opuesto al virtuoso-compositor.

Formando parte de uno de los conciertos de despedida, el Concierto para piano n.º 1, op. 11 fue compuesto en el año 1830 y estrenado, con el compositor como solista, el 11 de octubre del mismo año en Varsovia. Un concierto del que no impresiona la fuerza ni el sonido, sino los matices y los contrastes, una vez más gracias a las manos de la joven pianista georgiana Khatia Buniatishvili.