Quinto Concierto para piano, 2º movimiento. Camille Saint Saens. 1
Classical

Concierto para piano nº5, 2º movimiento. Camille Saint Saens

El pianista y compositor francés aprovechó unas vacaciones en Egipto para componerlo.

Los catálogos de numerosos compositores están repletos de obras inspiradas por tierras lejanas y exóticas. Israel en Egipto de Handel, Thamos, rey de Egipto de Mozart, Moisés en Egipto de Rossini, el Ballet egipcio de Alexandre Luigini y Aída de Verdi son algunos ejemplos de lo que Egipto ha representado como fuente inagotable de inspiración para los compositores europeos, ya sea por lo exótico del país o por su milenaria relación con el pueblo de Israel, en multitud de formas, épocas y estilos musicales.

En 1896 se cumplía el cincuenta aniversario del debut de Camille Saint-Saens (1835-1921) como pianista. Para celebrar el acontecimiento, el compositor francés compuso el quinto y último de sus conciertos para piano aprovechando unas vacaciones invernales que lo llevaron al norte de África. En esta ocasión, Saint-Saens, un viajero infatigable que anteriormente ya había viajado a África –y lo seguiría haciendo hasta que la muerte le sobreviniese en Argelia-, tuvo la oportunidad de visitar Nubia, la histórica región al sur de Egipto que desde la primera catarata del Nilo llega hasta Jartum, la capital de Sudán.

Al Concierto nº 5 para piano y orquesta en fa mayor, Op. 103, se le denomina Egipcio precisamente porque para Camille Saint Saens aquel viaje supuso una experiencia sensorial que supo volcar en este concierto para piano. De hecho, algunos entendidos, aparte de ser capaces de identificar el croar de las ranas del Nilo o las hélices del barco en el que viajaba, afirman que el segundo movimiento está basado en una canción de amor nubia escuchada por el compositor.