Con el tiempo, a esa primera pieza -que llamó Lacrimosa y dedicó al líder del sindicato Lech Walesa-, el compositor le fue añadiendo otras piezas dedicadas a otros héroes polacos como el sacerdote Maximilian Kolbe, el cardenal Stefan Wyszynski, los héroes del Gueto de Varsovia o los soldados víctimas de la masacre de Katyn. Todas compuestas con el mismo espíritu funesto, esta fue la primera versión del Réquiem polaco, estrenada en 1984 bajo la dirección de Mstislav Rostropovich.
En 1993, Krzysztof Penderecki añadió un Sanctus a la obra y en 2005 añadió una última pieza, una Chacona para cuerdas, en memoria del papa Juan Pablo II. La Chacona del Réquiem polaco fue estrenada el 17 de septiembre del mismo año de su composición en la iglesia de Santa María Magdalena de la ciudad polaca de Wroclaw y desde entonces ha adquirido vida independiente en las salas de concierto.
Pese al contexto que envuelve al Réquiem polaco, Penderecki siempre ha querido dejar claro que nunca escribe música política, porque la música política se vuelve obsoleta de inmediato. Una clara manifestación respecto al carácter apolítico de su música, y una referencia a que, si bien las partes de la obra están dedicadas a ciertos personajes y hechos concretos de la historia de Polonia, su música tiene un significado más amplio y universal.