Carceleras. Ruperto Chapí. 1
Classical

Carceleras. Ruperto Chapí

La obra de Chapí comprende más de doscientas obras entre óperas, zarzuelas, cuartetos, sinfonías y canciones.

Puede decirse que Ruperto Chapí (1851-1909) es el compositor lírico español más importante del último tercio del siglo XIX y referente de aquellos que, como Pablo Sorozábal o Federico Moreno Torroba, lucharon hasta bien entrado el siglo XX por elevar la Zarzuela al nivel de música clásica.

A pesar de que la música clásica española estaba muy bien valorada por genios como Richard Strauss, Camille Saint- Saens o Giacomo Puccini, existe la impresión de que hay un vacío en la música española durante el siglo XIX y primeros años del XX, exceptuando Albéniz, Granados y Falla. Ruperto Chapí pertenecía a la Generación de la Restauración que surge a la caída de la Primera República, una generación de compositores con una amplia formación y orientados hacia la ópera, pero que toparon con una red de teatros con escasos recursos económicos para producir óperas y una zarzuela más adaptada a los gustos de aquella burguesía de final de siglo. Posteriormente, a pesar de que esos músicos se encontraban próximos a la izquierda, sus obras fueran sorprendentemente acogidas bajo la administración franquista, lo que causaría que la zarzuela tuviese una imagen decrépita y escasamente fresca y para las generaciones nacidas en el tardofranquismo y la democracia.

Por eso, desgraciadamente, la zarzuela cómica en dos actos con música de Ruperto Chapí y letra de José Estremera Las hijas del Zebedeo -como tantas otras- está en el más absoluto de los olvidos. Salvo su célebre Romanza Carceleras, tema también conocido como Al pensar en el dueño de mis amores, que ha formado parte del repertorio de grandes solistas españolas como Caballé, de los Ángeles o Berganza, o extranjeras, como la mezzosoprano Elina Garanca.

Al pensar en el dueño
de mis amores,
siento yo unos mareos
encantadores.
Bendito sea
aquel picaronazo
que me marea.
A mi novio yo le quiero
porque roba corazones
con su gracia y su salero.
El me tiene muy ufana
porque hay muchas que lo quieren
y se quedan con la gana.
Caprichosa yo nací,
y lo quiero solamente,
solamente para mí.
Que quitarme a mí su amor
es lo mismo que quitarle
las hojitas a una flor.
Yo me muero de gozo
cuando me mira,
y me vuelvo jalea
cuando suspira.
Si me echa flores
siento el corazoncito
morir de amores.
Porque tiene unos ojillos
que me miran entornados,
muy gachones y muy pillos,
y me dicen ¡ay! lucero,
que por esa personita
me derrito yo y me muero.