Classical

Capriccio nº 9. Nicolò Paganini

Un nuevo Capricho del músico del diablo.

Aunque el genovés Nicolò Paganini escribió mucha música de cámara y conciertos, es conocido sobre todo por su célebre colección de 24 Caprichos para violín solo, Op. 1, obra publicada en 1820 con la que inaugura la técnica violinística moderna y la que lo convierte en una de los violinistas más famosos de la historia. Desde entonces, ha tenido una enorme influencia, no sólo entre los violinistas, sino en todos aquellos compositores que intentaron imitar su virtuosismo técnico, además de ser fuente de inspiración de otros grandes como Franz Liszt, Johannes Brahms, Sergei Rachmaninoff y Andrew Lloyd Webber, entre otros.

Su sorprendente talento y su capacidad para cautivar al público adquirió tal fama que se le vinculó con el mismo diablo, del que presuntamente habría adquirido tales virtudes. Consciente de su apariencia y su talento, Paganini llegó a afirmar No soy un tipo buenmozo, pero, cuando las mujeres me escuchan tocar; se tiran a mis pies. Músico de una acusada personalidad y enamorado apasionadamente de su instrumento, su nombre se convirtió en paradigma del virtuoso romántico. Su extraordinaria agilidad fue estudiada por su médico personal Francesco Bennati, concluyendo que su paciente no podría haber logrado tal grado de virtuosismo sin una base innata de atributos anatómicos y fisiológicos únicos, más relacionados con el Síndrome de Marfan que padecía que con una supuesta relación demoníaca.

El famosísimo Capricho nº 9 es un rondó con un estribillo y un par de secciones contrastadas, con un efecto brillante en el que parece el diálogo entre una pareja de flautas y una pareja de trompas, imitando los intervalos característicos de las fanfarrias, motivo por el que la tradición ha bautizado a este Capricho nº 9 como La Caza.