Riad Abracadabra. Rusticae
Viajar

Un palacete Derkaoui en plena medina de Marrakech

Riad Abracadabra, un pequeño hotel con encanto miembro del sello Rusticae.

“Siempre nos quedará París…” y Marrakech. A un par de semanas de que termine el año y con él el 70º aniversario de Casablanca, la ciudad marroquí se destapa como un destino esencial para revivir el ambiente de la imprescindible película y sobre todo, para impregnarse de una de las ciudades con más encanto del norte de África. Dicen que para conocerla bien lo más recomendable es alojarse en uno de los riads de la Medina, en el corazón de la urbe. Tradicionalmente, la palabra ‘riad’ en árabe significaba una casa provista de huerto o zona ajardinada, con el tiempo se ha pasado a utilizar para denominar a las casas de huéspedes o pequeños hoteles con encanto. No se sabe exactamente cuántos hay en Marrakech, pero son más de mil y algunos de ellos, incluso están regentados por españoles.

A este grupo pertenece el Riad Abracadabra, un pequeño hotel con encanto miembro del sello Rusticae que se convierte en una opción excelente gracias a su ubicación y decoración. Su nombre, evidentemente, procede del ambiente mágico del que han querido rodear Inés y Bruno a todas las estancias del hotel. De hecho, cada una de sus habitaciones hace honor a un mago legendario. Está a escasos cinco minutos del bullicio de la popular plaza de Jemaa el-Fna y en el pasado era un antiguo palacete Derkaoui de una familia de aristócratas.

Este pasado de esplendor permite a Abracadabra impregnar cada una de sus ocho habitaciones de materiales y guiños a la cultura árabe. La restauración a la que se sometió el palacete cuenta con materiales autóctonos como el tadelakt (cemento pulido artesanal), el zellij de Fez, suelos de dess, alfombras bereberes o el bejmat (barro cocido). Al entrar, su patio central ejerce como distribuidor, protagonizado por un mosaico y una fuente de agua símbolo de la paz que se respira en contraste con las multitudes y aromas del exterior.

El sonido del agua es un murmullo presente en las dos plantas del hotel, para terminar conduciendo nuestros pasos a la azotea abierta al cielo. Este espacio es el mejor lugar para sobrevivir al calor, darse un baño en la piscina o disfrutar con un exótico cóctel en la mano. Los tejados de Marrakech, las parabólicas y la cordillera del Atlas serán nuestros únicos testigos de excepción. Siempre nos quedará Marrakech…