Las ventanas de la fachada norte son un cuadro del Pirineo aragonés: el Gallinero, el pico de la pista negra de Cerler y la estación de Benasque se unen dejando a sus pies un entorno natural inigualable. Nos encontramos en El Acebo de Casa Muria, un hotel con encanto situado en el valle de Benasque, en la aldea de Renanué -etimológicamente significa `la propiedad del hombre tranquilo´-. Un lugar que tan pronto se puede convertir en el cuartel general de una temporada de esquí como en el refugio íntimo para el relax y la desconexión.
El Acebo de Casa Muria debe su nombre al acebo de proporciones arbóreas -ocho metros y más de 200 años- que crece pegado a los muros de la casa, una antigua casa de labor del siglo XVIII que constituye una obra de arte en sí misma. Sus puertas están talladas en madera maciza con motivos decorativos en homenaje a dos de los buenos augurios del pirineo aragonés: el Sol y la fuerza.
Sus dueños, Jennifer y José, son dos apasionados del montañismo y de esta forma conectaron cada una de las seis habitaciones de El Acebo de Casa Muria con un pico emblemático del mundo. Cada habitación, una montaña, un ambiente, y una decoración distinta. La habitación Muztagata dedicada a China, Toubkai a Marruecos, Posets al Pirineo, Fujiyama a Japón y las suites Kilimanjaro y Shivling a África e India, respectivamente.
Y el hotel esconde algunos secretos más… Por ejemplo, para los amantes del vino cuenta con tres variedades exclusivas de vinos de Enate -D.O. Somontano-. Tres variedades que no es posible encontrar en ningún otro lugar y que cuentan con la colaboración del artista Vicente García Plana cuyas obras escultóricas están presentes en las zonas comunes de la casa.
Galería de imágenes
-
1
-
2
-
3
-
4
-
5
-
6
-
7
-
8
-
9
-
10
-
11
-
12