Hasta desembocar en el río Blanco, el río Buffalo recorre 220 km por el centro de Estados Unidos. En Arkansas, la increíble vegetación que lo rodea ha creado un Parque Natural que se ha configurado como uno de los principales del país para la práctica de deportes de aventura, especialmente el remo en canoa y en kayak, entre otros.
Da igual que sea otoño o primavera, la belleza de los bosques que lo jalonan no dejan a nadie indiferente, con un catálogo de ocres (en otoño) y verdes (en primavera y verano) sin parangón. Así, las caminatas por el Valle Perdido, por ejemplo, son actividad obligada para los amantes del ejercicio en plena naturaleza.
La oferta cultural del Parque Natural se centra en dos grandes focos. Por un lado, su historia pre-europea. Fue un territorio en el que se asentaron indios Osage, Cherokee y Shawnee, cuyo legado aún se puede visitar. Por otro, el impacto que tuvo la Guerra Civil norteamericana, siendo el río zona de frontera y en cuyo curso se aprovecharon, coincidiendo con sus muchas cataratas, las cuevas habitadas de murciélagos para diferentes fines militares. Por cierto, que una de esas cataratas, la llamada Hemmed-In-Hollow, es una caída de agua de 73 metros.
Para hospedarse allí, nada como lo que nosotros entenderíamos como casas rurales. Hay pequeños hoteles, como el Arkansas Cabin, que rinden homenaje a los pioneros americanos y a los indios, con una decoración rústica en la que no falta el toque folk (270 $/noche). Además, como en todos los parques nacionales estadounidenses, se puede acampar, previo permiso y pago de impuestos (a partir de 20 dólares/noche).
Llegar hasta allí es complicado (hay que volar a Little Rock y luego desplazarse en coche), pero merece la pena. Pocos despertares se pueden comparar al de hacerlo en alguno de estos bosques tan alejados de la civilización.
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