Tranquilidad es uno de los elementos más buscados a la hora de planificar una escapada. Pero la tranquilidad implica demasiadas cosas: un entorno privilegiado, equipamiento enfocado al confort, desconexión total de la rutina… Hay un lugar de La Mancha donde todo se conjuga para conseguirlo. A escasos kilómetros de Toledo, en Almonacid, está Villa Nazules, una finca en la que se despiertan los sueños o somos nosotros los que despertamos de ellos. Este hotel miembro de Rusticae está en plena Ruta de los Castillos y los Molinos de Consuegra, pero tan rico es de puertas hacia fuera como hacia dentro.
A llegar, el exterior de un edificio de cristal y piedra es un aperitivo de la singularidad que encierra Villa Nazules. Las paredes transparentes dejan entrever lo alejado que está en arquitectura respecto a la tradición manchega, pero lo unido que está al paisaje de olivos que lo rodea. Los pasillos de piedra conducen a las treinta habitaciones con mobiliario modernista, que combinan tonos plateados, miel y blancos para crear ambiente de calidez. En cada rincón hay un lugar para parar y desconectar: biblioteca, gimnasio, zonas infantiles, spa Aguas&Luz jardines… Equipado para quienes quieran disfrutar al máximo el hotel y con el restaurante Mar de Olivos como bandera gastronómica, especial atención merecen su cata de aceite y de vinos.
La identidad de Villa Nazules no está completa sin contar con su club de hípica San José, una parada ineludible para quienes amen el mundo del caballo. Las visitas a la yeguada incluyen entrenamientos, contacto con los animales, explicaciones sobre la cría de la pura raza española y visita al club de carruajes antiguos. Además, organizan visitas privadas con aperitivos y vino español. Pocas veces es posible compartir un momento hípico así mientras tomamos un tinto de la tierra de Castilla y los mejores quesos manchegos.
Villa Nazules Hotel miembro de Rusticae.
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