Con este sobrenombre fue conocida Lübeck (Lubeca en español), una coqueta ciudad del norte de Alemania que destaca por su centro urbano, declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en el año 1987 y en el que se pueden admirar numerosas construcciones en estilo gótico de ladrillo como la Puerta de Holsten. De hecho, son muchos los que hablan de sus calles como 'el mar de ladrillos', y que le dan un encanto muy particular.
Tiene el honor de haber sido la primera ciudad fundada en el Báltico, en 1143, y nunca se ha desprendido de su aire medieval. El casco viejo, situado en una isla, sigue contando con las torres de las siete iglesias que caracterizaron ya a la ciudad en aquel entonces. Además, no hay que dejar de visitar el Ayuntamiento, el monasterio Burgkloster, un cuarto totalmente conservado del siglo 13 en la iglesia de San Jacobo, el Hospital del Espíritu Santo, los almacenes de sal y las calles Glockengiesserstrasse y Aegidienstrasse. No le llevará demasiado tiempo y podrá disfrutar de un viaje al pasado, a esta tierra de comerciantes y navegantes que empezaron a forjar el poderío de la ciudad hanseática.
Pero no todo se reduce a su centro medieval. El puerto de Travemünde es uno de los más interesantes de Alemania. Situado al este de la ciudad, allí es posible visitar el Passat, el último velero de los que cruzaban el Cabo de Hornos. También es un punto importante para el interesado en la historia reciente del país la visita a la Casa Museo de Casa Willy-Brandt. Allí es posible recorrer la biografía del político: su resistencia contra el nacionalsocialismo, la emigración a Escandinavia y su carrera de alcalde de Berlín a Canciller alemán, que representan el desarrollo de Alemania desde la República de Weimar hasta llegar a la caída del Muro.
Lübeck cuenta con una buena oferta hotelera. La joya de la Corona es el hotel Radisson Blu Senator, cerca de la Puerta de Holsten y a poca distancia del centro. Pero es en el casco medieval donde se concentra la mayoría de las opciones, ocupando muchos de ellos casas antiguas rehabilitadas manteniendo el clásico ladrillo. Buenos ejemplos serían el Atlantic o el Treff.
Un destino diferente en Alemania que gustara sobre todo a los amantes de la Historia Moderna y Contemporánea. Imposible no perdérselo.
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