York
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La fortaleza de los nueve puentes

Pocas ciudades pueden decir que fueron la capital del mundo. Una de ellas es York...

Pocas ciudades pueden decir que fueron la capital del mundo. Una de ellas es York, que durante dos años ejerció como tal gracias a Septimio Severo a principios del siglo III d.C. Pero esta antigua fortaleza fundada por los propios romanos durante su conquista de Gran Bretaña, en el norte de la actual Inglaterra, no sólo debe su importancia a los clásicos. Durante toda su historia, gracias a su situación estratégica ha sido capital normanda, vikinga y sajona; así como un polo importante industrial durante el XVIII y XIX no sólo por sus minas de carbón e hierro, abundantes en la zona, sino también por el desarrollo que tuvo el ferrocarril en torno a sus fábricas.

Es este eclecticismo histórico lo que hace de York una de las ciudades más interesantes de Inglaterra para el viajero. Aquí no falta un castillo, la torre de una fortaleza (la Torre Clifford, una de las dos que erigieron los normandos) o museos temáticos como el del ferrocarril, el vikingo (Jorvik Centre) o el de la Sociedad Filosófica, abierto en 1830. Aunque nada como la iglesia principal, que denota la importancia de la ciudad entre los anglicanos. Es la segunda catedral gótica más grande del norte de Europa tras Colonia y cuenta con una vidriera de 1338 y un rosetón del año 1500.

Situada en la confluencia de los ríos Ouse y Foss, una buena forma de echar el primer vistazo a la ciudad es en barco. Cada 30 minutos, una barcaza le acercará a parques, monumentos y, sobre todo, permitirá ver con otra perspectiva los puentes de la ciudad. Hay nueve de ellos de gran tamaño, así como otros 16 más discretos. El más antiguo es el Ouse Bridge, construido por primera vez por los vikingos en madera y cuya última reconstrucción data de 1821. El más moderno, el Millennium Bridge, es de 2001 y con un diseño aerodinámico.

Un destino diferente para el viajero que prefiere huir de las escapadas habituales.

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