Una acuática y sabrosa atalaya sobre la avenida más emblemática de la capital. Un hotel que respira Madrid por los cuatro costados. Un homenaje al epicentro de una ciudad que enamora, escenario abanderado de las más vibrantes tendencias desde hace más de un siglo. Es el hotel Indigo, y nos invita a sumergirnos en la historia de la Gran Vía.
La expresión es literal si nos dejamos llevar hasta su azotea, donde una piscina infinita refleja un skyline centenario frente al que brindar viendo atardecer desde el Sky Lounge con un cóctel preparado por manos maestras.
Pero no solo aquí. De arriba a abajo, en murales, vistas panorámicas y mobiliario de diseño, este hotel es imagen de la calle que lo ha visto nacer. A él y a un centenar de movimientos artísticos, manifestaciones de protesta, lujosos estrenos de cine y teatro o canciones que la recuerdan.
Ochenta y cuatro amplias habitaciones y una suite lo conforman. Cada una mira al pasado de Madrid de la misma manera que vive, a la vez, el presente. Equipadas con la última tecnología y exclusivas amenities, todas están pensadas para que no haya un atisbo de necesidad en el cliente más exigente. La decoración fresca, urbanita y colorida va al hilo del ambiente que sube desde la calle nada más abrir cualquiera de sus ventanas.
La parte gastronómica, curiosamente, no la firma un madrileño, si no un italiano de renombre (eso sí, adoptado por la capita)l, que ha sabido traernos sus raíces sicilianas basándose en la excelencia de una materia prima siempre deliciosa. Andrea Tumbarello, además de encargarse del gastrobar y del room service del hotel, ha querido poner su sello aquí con su primer restaurante homónimo, en el que ofrece algunos clásicos de su Don Giovanni (como los spaghetti carbonara, los puttanesca, el huevo Millesime, la burrata pugliese o las pizzas con trufa) junto con otras especialidades fusión de la gastronomía italiana y mediterránea como el ossobuco al vino tinto y tomillo o la hamburguesa de buey con risotto.
Como apetitosa novedad, los postres, entre los que encontraremos creaciones del maestro Paco Torreblanca como el coulant de chocolate o las milhojas. Un toque dulce a modo de colofón al viaje por Madrid al que nos invita Indigo desde el mismo corazón de la ciudad.
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