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Vilu Reef, un paraíso privado en Maldivas

Situado en el atolón Dhaalu, este hotel en medio del Índico permite disfrutar de cabañas junto a una mini-isla con bosque tropical.

El atolón Dhaalu se compone de un grupo de 56 islas casi en la línea del Ecuador. Solo ocho de ellas están habitadas, y de estas, dos por resorts turísticos de gran lujo. Esta poca presencia de enclaves hoteleros lo convierte en uno de los centros más exóticos para el turismo de Maldivas, pero también por su fantásticas posibilidades para el buceo, de la que tienen buena culpa sus aguas cristalinas en torno al arrecife.

En una de esas mini-islas se encuentra el Vilu Reef, un resort de playa que no ha tenido más remedio que 'colonizar' por completo la tierra en la que se encuentra... y un poco más. Y es que apenas hay espacio para nada en tierra firme, si se respeta, como se ha hecho, el pequeño bosque tropical que cubre su centro. Además, no pueden faltas las clásicas hileras de cabañas sobre el mar. En este caso, dos en forma de línea curva, lo que crea el efecto de un ojo junto a la tierra.

El resort ofrece 113 habitaciones (desde 360 €/noche), repartidas entre las Beach Villas, es decir, las cabañas en tierra firme con salida inmediata a una playa tropical de arena fina y palmeras, con olas suaves que no empañan la vista turquesa y azul; y las Water Villas, que son las cabañas de estilo polinésico sobre el mismo arrecife. El interior tiende al minimalismo, con pocos muebles, mucho blanco y detalles de color en vivos naranjas y fucsias. En las villas superiores, se complica algo más la estancia, con doseles, jacuzzis y piezas de madera, con un resultado igual de acogedor, sin llegar a ser recargado.

Es accesible mediante hidroavión, a 35 minutos desde el aeropuerto internacional de Malé. Este será el primero de los 'aparatos acuáticos' que usemos en nuestra estancia, ya que el hotel está pensado para la práctica de todo tipo de deportes en el mar. Snorkel, buceo con bombona, windsurf, wakeboard o catamarán son algunas de las propuestas. Y los que quieran algo más sedentario: coctelería, playa, solarium, spa...

Dos restaurantes y dos bares, uno junto a la piscina y otro en la propia playa, se encargan de que la parte gastronómica esté a la altura de la belleza del lugar, de donde pocos quieren irse al acabar sus vacaciones. Y es que si Maldivas es un paraíso, acercarse hasta este punto remoto del atolón más exótico, lo es el doble.