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Una noche en el George V de París

El Four Seasons Hotel George V da un nuevo significado al lujo en la Ciudad de la Luz.

La capital francesa siempre es destino tentador para una escapada romántica express cualquier fin de semana. Si la meta de esa escapada está, además, en el top 10 de la excelencia mundial, la experiencia se torna inolvidable.

Ubicado a pocos pasos de los Campos Elíseos, con sus terrazas privadas que ofrecen vistas a todo París, tapices del siglo XVIII magníficamente restaurados y un espíritu característico de elegancia y encanto, el Four Seasons Hotel George V da un nuevo significado al lujo en la Ciudad de la Luz.

Su emplazamiento, en un fantástico edificio histórico de ocho pisos construido en 1928, ofrece 224 habitaciones, una exquisita colección de arte y deliciosa gastronomía. Pero por encima de todo, literalmente, se encuentra su suite más especial, su Penthouse, que hace de cada estancia un sueño, un sueño que se hace realidad frente a la mismísima torre Eiffel. No es solo un espacio en el que pasar la noche, es un completo y fastuoso apartamento en el que cualquiera querría quedarse a vivir para siempre.

La terraza marca la línea del interior, amplio y luminoso, a modo de extensión de la propia ciudad. De hecho, el hall y las estancias de bienvenida parecen inundarse del esplendor de cualquier tarde de verano, aunque se acerque ya el invierno o caiga la noche; una atmósfera que se vuelve más íntima a medida que se avanza hacia la habitación principal, lugar en el que el descanso es razón de ser entre la calidez que aportan los más finos materiales.

Las estrellas de este hotel no están solo en sus impresionantes habitaciones, como esta suite Penthouse, también se muestran en sus fogones. El chef del restaurante Le Cinq, Eric Briffard, lleva directamente a los huéspedes su multipremiada cocina y su histórica cava, que ofrece más de 50.000 botellas de vino procedentes de las regiones vitivinícolas más prominentes del mundo. La posibilidad de descorchar alguna de ellas en la propia habitación a la luz que irradia la eterna París es y será siempre un capricho inolvidable.