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Un siete estrellas en el paraíso de Turcas y Caicos

El Seven Stars Resort puede presumir de ser el único resort de esa categoría en todo el archipiélago.

El archipiélago de las islas Turcas y Caicos, al sur de Bahamas y con sus aguas protegidas del Atlántico por un arrecife que las convierte en la Polinesia del Atlántico Norte, es uno de los destinos más paradisíacos del mundo. Allí siempre es verano y se puede disfrutar de una paz y una calma únicas, ya que, a pesar de que son foco de turismo, no se trata de un lugar masificado. Así, no hace falta irse a las muchas de las islas deshabitadas de esta antigua colonia británica para encontrarse en soledad, pero seguro que en ninguna estaremos tan bien atendidos como en el único siete estrellas de la región.

Se trata del resort Seven Stars (sí, en cuanto a la elección del nombre no se complicaron demasiado, aunque desde el hotel afirman que es un homenaje a las siete hijas del dios griego Atlas, las Pléyades), un todo incluido que se alía con el turquesa de las aguas para convertir la experiencia del lujo en la más celeste de las posibles en esta parte del planeta. Y es que aquí todo gira en torno a ese tono de azul, desde sus piscinas (especialmente la central, situada en medio de los tres edificios en los que se divide el complejo) a sus tejados, pasando por la playa semi-privada que baña la primera línea de costa.

Con habitaciones de entre uno y cuatro dormitorios, se encuentra a un paso de la reserva marina del Parque Nacional Princesa Alexandra. El hotel quiere convertirse en un referente de quietud y paz, de ahí que su oferta wellness sea completísima. Además de un gimnasio con pistas de tenis y todo tipo de máquinas para cardio y musculación, cuenta con clases de yoga privadas en la playa y un completo spa cuyos tratamientos también se pueden disfrutar en la habitación.

La riqueza marina se comprueba 'in situ' gracias a la posibilidad de practicar todo tipo de deportes acuáticos, desde snorkel a surf, pasando por paseos en káyak o excursiones en el barco del hotel, el Lady Tamara. De hecho, basta solicitarlo y el equipo del hotel elabora excursiones por las islas a medida.

Una vez regresados al hotel, nada como una cena de altura. Es lo que ofrecen en Seven, el restaurante principal, especializado en cocina internacional. Después, nada como un Mojito en The Deck, una coctelería desde la que ver la puesta de sol. Y si se quiere intimidad exclusiva, nos preparan un restaurante efímero de una mesa en la playa para no más de cuatro personas.

A partir de 400 €/noche, pocas experiencias serán más placenteras. ¿Hacemos las maletas?