Hay imágenes que siempre resultan idílicas, incluso sin ser únicas. Así, da igual que haya cientos de islas rodeadas de aguas turquesas, con arenales blancos y finos y palmeras a pie de playa, estas siempre son más que apetecibles. Lo mismo ocurre con los 'châteaux' franceses rodeados de viñedos, que llaman a esa interesante simbiosis de lujo y alta gastronomía. Sin embargo, que esta segunda postal la encontremos a 40 minutos en coche del centro de Atlanta sí que es toda una novedad.
En el Château Élan no viajaremos en el tiempo, sino de continente y sin necesidad de coger un avión. Y es que realmente se siente uno como en la campiña de Borgoña, por citar un ejemplo francés. Allí, una elegante mansión de estilo francés del siglo XVI preside una finca de 1.416 hectáreas compuesta, casi en su totalidad, por viñedos, que en primavera y verano crean una estampa verde muy particular.
Resulta curioso imaginarse aquí a las heroínas de 'Lo que el viento se llevó' visitando a los primeros dueños de la hacienda. El libro, al igual que su autora, Margaret Mitchell, tenían aquí su hogar, en el estado de Georgia. Jonesboro, la pequeña localidad también a las afueras de Atlanta donde se situó Tara se encuentra a poco más de una hora, atravesando el centro de la capital.
El Château Élan es un hotel que, además de viñedos, cuenta con un completo campo de golf, con Casa Club incluida, por lo que es perfecto para una escapada de golf y enología (de hecho, el recinto se compone de varios campos que suman 63 hoyos, preparados para acoger campeonatos de altura). Cuenta con 290 habitaciones (desde 180 €/noche), 24 de ellas suites, y añade un gran spa (sus instalaciones superan los 3.000 metros cuadrados), con piscinas, centro de fitness, pistas de tenis...
Su huerto orgánico proporciona verduras para sus restaurantes, en los que disfrutar de los vinos que allí mismo se producen. No faltan, claro, las catas, las excursiones por las viñas... Y el menú es claramente francés, aunque también hay un pub irlandés, el Paddy's, porque la cerveza negra no tiene por qué estar reñida con el tinto.
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