Con vistas al pasado y al presente. Por un lado, a los restos de una de las civilizaciones clave de nuestra historia. Por otro, a la actualidad de una ciudad fascinante como es Atenas, vibrante, cosmopolita y con una deliciosa gastronomía.
El restaurante Tudor Hall rescata lo mejor de su cocina tradicional trayéndola a nuestros días. Situado en la séptima planta del lujoso hotel King George, en plena Plaza Syntagma, ofrece, además de exquisiteces griegas, una de las más bellas panorámicas de la Acrópolis.
Su estilo neo clásico va en línea con lo espectacular del entorno. Se trata de un marco elegante y exclusivo para sorprender al visitante o al nativo que se acerca a disfrutar de una comida a plena luz del día o de una romántica cena iluminada con la calidez de las velas. Su demostrada calidad y la buena mano de su chef, Alexandros Koskinas, la certifican galardones como el premio a la excelencia de la prestigiosa revista Wine Spectator o el Greek Cuisine y el Toques d’Or de la publicación Athinorama.
Dicen que la parada en Tudor Hall es obligatoria si se quieren experimentar los verdaderos sabores del país. Es el reto al que se somete cada día Koskinas bajo la supervisión del famoso Sotiris Evangelou, uno de los cocineros más queridos en el país, discípulo, entre otros, de Alain Ducasse: Ejecutar recetas de toda la vida con un “twist” moderno, combinando la nostalgia, esos recuerdos de madre, con la elegancia de una línea limpia, sencilla y, hasta cierto punto, minimalista.
La frescura del producto estacional impera en propuestas bañadas todas con el aroma de decenas de hierbas aromáticas y condimentos autóctonos, como las refrescantes ensaladas con verduras de temporada y diferentes quesos como el anthoriro o el de Amfilochia, una muy especial mousaka reinventada, el yiouvarlakia (típicas albóndigas con jugo de limón), el pez escorpión con el clásico kakavia (popular caldo de pescado) o el souvlaki de cordero (guisado en pequeños trozos con aderezo de verduras) con salsa de yogur.
Grecia en todo su esplendor. Así podríamos resumir la experiencia visual y gustativa en Tudor Hall. Un viaje sensorial para sacar todo el jugo a la cuna de la civilización occidental.
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