Tingalayo es un impresionante refugio situado en la isla caribeña de Tórtola, la más grande de las Islas Vírgenes Británicas. No estamos ante un resort, sino más bien ante un hotel boutique en pleno paraíso tropical que se divide en cinco pequeños edificios. Decorados con mimo y pasión, son el resultado de seis años de trabajo y dedicación de los propietarios, que se marcaron como objetivo crear las villas de sus sueños... y del de sus huéspedes.
Para ello, utilizaron materiales locales y crearon espacios en los que destacaran, sobre todo, las vistas. Es por ello que, al encontrarse localizado en uno de los puntos más altos de la isla, todo desde sus dependencias sea espectacular, viendo el resto del archipiélago como si estuviéramos sobrevolándolo. El resultado, una pequeña aldea del Olimpo en el Caribe.
La villa cuenta con cuatro áreas para la restauración, por lo que es posible desayunar, almorzar, merendar y cenar en lugares diferentes a lo largo del mismo día. Para ello, espacios con sillas de teca, suelos de madera, alfombras mullidas, grandes velas presidiendo mesas de madera local... Aunque aquí la estrella es su piscina infinita, un espacio curvilíneo desde el que se domina una imagen fantástica sobre todas las Islas Vírgenes. Se ha fabricado con piedras de coral y madera y es un remanso de paz jalonado por mullidas tumbonas de diseño.
Rodeado de vegetación, desde nuestro puesto completamente íntimo es posible ver St. Johns, St. Thomas, las Islas Vírgenes Americanas e incluso Puerto Rico los días más despejados. Y siempre con el mejor servicio tanto para la restauración como para todas las necesidades, así como con un equipamiento multimedia completo. Todo un lujo que puede albergar a grupos de hasta 12 personas y que se reserva siempre de forma completa (alrededor de 10.500 €/semana).
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