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Salamander, el resort de los amantes de la hípica

Se encuentra a los pies de las montañas Blue Ridge de Virginia y sus bosques y praderas son perfectos para cabalgar durante horas.

Apenas 32 kilómetros separan el bullicioso mundo político de Washington D.C. de la quietud y el relax que ofrece uno de los resorts de lujo más novedosos de Estados Unidos: el Salamander. Situado en medio de un bosque en el corazón del Estado de Virginia, a los pies de las montañas Blue Ridge, es un paraíso por su tranquilidad y por una oferta de ocio que lo ha convertido en el preferido por los amantes de la hípica clásica.

Con 138 hectáreas de terrenos propios, a los que hay que sumar muchas más de praderas y bosques en los alrededores, la posibilidad de poder cabalgar durante horas sin tener que dar vueltas se agradece, y mucho, así como poder disfrutar de unas cuadras de primera categoría y caballos con los mejores cuidadores. No faltan, claro, clases de equitación y doma para iniciarse o mejorar la técnica ni talleres donde aprender todo lo relacionado con el mundo de estos animales.

Sus 168 habitaciones y suites están firmadas por el diseñador Thomas Pheasant. Él ha elegido colores suaves, con mucho tono crema y mostazas para crear ambientes que invitan precisamente al sosiego, un descanso que será fácil si tenemos en cuenta sus camas de amplísimas dimensiones, así como que no falta ni la chimenea ni los grandes butacones orejeros en las habitaciones, además de lo último en multimedia.

El spa del establecimiento tiene 12 cabinas de tratamiento, así como una gran piscina exterior. Premiado recientemente como el nuevo mejor Spa del país, sus rituales relajantes y de cosmética cuentan con el apoyo de la firma Caudalie, de vinoterapia (un guiño a los viñedos que también se encuentran en los alrededores).

Entre sus zonas comunes es imposible no destacar una barra de madera gigante donde poder degustar todo tipo de vinos o un salón de juegos en los que siempre hay multipantallas retransmitiendo todo tipo de deportes. Un lugar de descanso tras una jornada a lomos de un pura sangre.