Mauricio es uno de esos destinos que no importa en qué mes del año estemos, siempre hay ganas de visitarlo y disfrutar de sus magníficas playas de arena blanca y fina, salpicadas de palmeras y aguas turquesas.
Allí, entre campos de cañas de azúcar y frente a las aguas del Índico se encuentra un resort que ha sabido unir elegancia y lujo en un marco que invita a la relajación: el hotel Lux Grand Gaube. Situado en la costa norte de la isla, en las cercanías del pintoresco pueblo pesquero de Grand Gaube, este cinco estrellas permite vistas únicas. Por ejemplo, a una triple bahía que serpentea la costa y en la que no faltan las hamacas rodeadas de palmeras y una frondosa vegetación, invitándonos a correr a ellas y tomar el sol.
Pensado para ofrecer unas vacaciones únicas y completas, el resort intenta idear pequeñas sorpresas a diario para sus huéspedes, pequeños detalles llenos de originalidad entre los que no faltan los frapuccinos, café espressos y helados artesanos elaboradas con ingredientes locales de su deliciosa cafetería; o una cabina telefónica desde donde realizar llamadas internacionales de forma gratuita.
De noche, una gran pantalla sobre la misma arena de la playa se convierte en el cine al aire libre más exclusivo, aunque la diversión dura todo el día gracias a curiosos eventos 'pop up'. Desde mensajes en una botella conteniendo un vale para un tratamiento de spa a juegos de pistas para encontrar el lugar en el se localiza 'el bar secreto' ese día. Iniciativas que, eso sí, nunca pierden ni sofisticación ni la sencilla elegancia que caracteriza al Lux Grand Gaube.
Los restaurantes del resort fusionan los sabores de la cocina criolla con platos de la mejor gastronomía internacional, creando un variada gama de platos entre los que destacan los mariscos frescos y los pescados del día. En la bodega, vinos sudafricanos y de remate, deliciosos cócteles a base de frutas tropicales y ron local de la destilería Chamarel.
La agencia de viajes Aventura África permite disfrutar de este cinco estrellas a partir de 280 €, la habitación doble; y hasta 2.000 € si se prefieren las villas de lujo. El relax, por supuesto, está asegurado.
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