Positano es de esos lugares que, tan solo con oír su nombre, uno ya no puede dejar que su mente se traslade mágicamente hasta allí. No hace falta haber estado antes, ya uno se ve sumergido en sus aguas de intenso azul, mirando los acantilados desde una pequeña barca, paseando en un descapotable por la carretera amalfitana... Y es que este rincón del sur de Italia, entre Nápoles y Salerno es único.
Prácticamente toda la costa Amalfitana se encuentra plagada de pequeños palacios y palacetes reconvertidos en hoteles de lujo. Es por ello que se hace necesario diferenciarse. Es el caso de Le Sirenuse, un cinco estrellas que no pasa desapercibido gracias a un servicio exquisito y un trato completamente personalizado. Y todo ello en un marco de una impresionante belleza.
Hace más de seis décadas que abrió sus puertas. Fue tras la decisión de la familia Marchesi Sersale de reconvertir el palacete de verano en casa de huéspedes. No fue difícil convencer a los turistas de que disfrutaran de esta villa del siglo XVIII rehabilitada, que se convirtió en uno de los hoteles emblemáticos de Positano, con 59 habitaciones que mantienen intacto su lujo y su estética de casa privada. Toda la familia sigue involucrada en el proyecto, de ahí que el mimo con el que se hace todo sea patente.
El hotel toma en parte conceptos de un resort, como la boutique multimarca Emporio Le Sirenuse que posee en las dependencias, con una cuidada selección de productos de firmas de lujo; así como de una buena combinación de terrazas y jardines. Incluso tienen su propia fragancia, a la que han llamado Eau d'Italie.
Es imposible no querer pasar horas y horas en su piscina, rodeados de limoneros; o almorzar en la terraza balconada del hotel, con vistas sobre la bahía. De hecho, un buen plan es ver el atardecer con una copa de champán allí. La recomendación de la familia es maridarlo con ostras frescas, que siempre tienen en la carta. De la cocina de su restaurante La Sponda se encarga el chef con estrella Michelin Matteo Temperini, que la ostenta desde hace años precisamente por este rincón gastronómico de altura.
Con spa y habitaciones amplias, llenas de detalles y pequeños muebles que adornan cada rincón, con suelos de cerámica, formando grecas impresionantemente bonitas. El encanto del hotel es magnífico. Toda una experiencia.
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