La villa de Mosqueruela, presenta uno de los mejores ejemplos de trazado octogonal medieval amurallado que se conserva en las serranías turolenses. Si el trazado es ejemplar, no lo es menos el desarrollo urbanístico de la villa a lo largo del tiempo, con un desarrollo arquitectónico de gran calidad, cuyo recorrido podemos comenzar por la Plaza Mayor donde encontramos la Iglesia parroquial de la Asunción, compleja mezcla de gótico y barroco.
En este entorno al oriente de la sierra Gúdar, y situado en el interior de las murallas de la villa medieval, encontramos este pequeño hotel con encanto de Rusticae que toma el nombre de La Posada de Mosqueruela. Este es sin duda un paraje único en la provincia de Teruel en el también podemos encontrar importantes descubrimientos, entre los que destacan las pinturas rupestres levantinas declaradas Patrimonio Mundial por la UNESCO.
En el interior de La Posada, sus seis amplias habitaciones han sido decoradas entremezclando de forma acertada un estilo elegante y con elementos más rústicos y contemporáneos. Esta curiosa combinación aporta sin duda estilo y calidez a nuestra estancia, invitaándonos incipientemente a quedarnos y disfrutar de todo lo que aquí nos rodea. En el hotel nada está de más ya que en cada estancia sólo encontramos lo necesario sin aditivos innecesarios. En cada habitación elementos y detalles sencillos suman para convertir a cada estancia en un espacio lleno de paz y sosiego.
En La Posada Mosqueruela, hotel con encanto de Rusticae en la provincia de Teruel, podemos disfrutar también de la gastronomía local en cuidado restaurante. Allí, al calor de su chimenea, podremos disfrutar de exquisitos menús de degustación (de hasta seis platos) que nos ofrecen una acertada fusión de cocina contemporánea y tradicional, contando siempre con productos de la zona entre los que no pueden faltar Jamón de Denominación de Origen 'Teruel', quesos o trufa negra.
Mosqueruela procede del término "mosquera", que tradicionalmente eran las praderas de verano para el descanso y refugio del calor del ganado trashumante. Y es precisamente eso lo que sentimos tras nuestro camino (a veces largo), convirtiéndose La Posada de Mosqueruela en nuestro refugio para un merecido descanso.
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