El teléfono de la mesita de noche sonó hace un par de minutos. La simpática voz de la recepcionista le había informado de que eran ya las 9 de la mañana, la hora a la que había pedido que le despertaran. Sabe que hoy le espera un día repleto de excursiones, visitas y paseos por el centro de Florencia, una de las ciudades con el casco antiguo más bonito de Europa. Pero antes de comenzar a prepararse, se dirige rápido a la ventana, moviendo las cortinas de color púrpura de su habitación.
"Sí, sigue ahí", respira aliviado. "No fue un sueño". Frente a él, majestuosa, se levanta la cúpula de Santa María del Fiore, la catedral de Florencia, causante de síndromes literarios y exaltaciones artísticas, la misma que pudo ver, casi sin creérselo, cuando tomó una copa antes justo de irse a la cama en la terraza del hotel, la que será su 'vecina' cada vez que mire por esos cristales durante los días que dure su viaje.
Es la historia que vive cada uno de los huéspedes del hotel Brunelleschi de Florencia, que bien puede presumir de tener las mejores vistas de la joya arquitectónica que es la catedral florentina, obra del artista cuyo nombre homenajea el establecimiento: Filippo Brunelleschi. Se trata de un cuatro estrellas muy especial, no solo por su estratégica situación y sus vistas, sino también por el propio inmueble, ya que se levanta sobre lo que fue una torre bizantina y una iglesia medieval, dos edificios que han sido completamente restaurados para albergar el hotel.
Cada habitación tiene una cuidada decoración, siempre diferente, en el que el mobiliario une lujo y colores cálidos, detalles modernos y paredes de piedra que recuerdan su pasado. Y es que la Torre de la Pagliazza albergaba antiguamente la prisión de la ciudad (de hecho, es la construcción más antigua del centro de Florencia que aún está en pie) y en el interior de los muros bizantinos está también la Iglesia de San Michele, del siglo X.
El hotel da mucha importancia a los aromas. Las esencias de ambiente Dr. Vranjes son cuidadosamente seleccionadas por la Antica Officina del Farmacista, en el centro histórico florentino. Es el perfume que pudo oler Robert Langdon, protagonista de 'El Código Da Vinci', que se hospedó aquí en la ficción de Dan Brown. Toda una sucesión de historias que es posible compartir desde 300 €/noche.
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