Existen lugares que encierran joyas en su interior, verdaderos museos guardianes de obras de arte. Pero también existe otro tipo de edificios, los que han sido testigos de varias vidas, de sueños, de batallas, los que han observado durante siglos y aún hoy siguen contemplando la historia, paredes que son en sí mismas tesoros.
Situado en pleno barrio Gótico de Barcelona, el Mercer Hotel Barcelona pertenece a este segundo grupo. Su fachada medieval es la carta de presentación de un interior que deslumbra y esconde pequeños detalles de historia en cada rincón. Al traspasar el gran portón de madera maciza los huéspedes se encuentran con techos de madera del siglo XVIII, un atrio con arcos de media punta del siglo XIV e incluso parte de la muralla romana de Barcino, que es la fachada posterior del edificio y está integrada en el restaurante del hotel.
El interior de sus 28 habitaciones, decoradas por Gastón y Daniela, combina los tonos cálidos y la madera con muebles en colores y materiales contemporáneos que destacan junto con el arte expresionista de Agusti Puig. Su Grand Suite, uno de los lugares más deseados de este histórico hotel de cinco estrellas, cuenta con 150 metros cuadrados y unas vistas a un acogedor patio presidido por tres naranjos, los encargados de guardar los ventanales, los balcones forjados y a todo aquel que quiera disfrutar de un café, una copa o un cóctel en su terraza interior.
La oferta gastronómica del Mercer Hotel Barcelona incluye propuestas típicas de la zona como pescados de la Costa Brava, carne del Pirineo y verduras de Llobregat. Además, el chef Rubén Barrios incluye en su carta platos de alta cocina como el ajo blanco con tartar de gamba de Huelva, el tataki de atún con salsa de soja, lima y tirabeques o el cochinillo deshuesado con piel crujiente y tomillo. Delicias únicas y perfectas para disfrutar de la historia de este majestuoso hotel.
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