Viajar es una experiencia de encuentros y descubrimiento, de visitas fugaces que derriban muros invisibles y arquetipos inciertos, es a veces sorprendente y siempre un placer.
Claro que no todos los viajes son iguales, los hay de paz y descanso, de juego, mar y relax pero también hay otros que te llevan hasta la extenuación del cuerpo y el alma, a un no poder más que es tan cierto como la finitud de tu energía. Roma encaja más en esta segunda opción…
Por tanta belleza, tanta historia, tanto arte y tanto tiempo, tanto diseño; tanta creatividad, tanta vida y tanta risa… Llegar a Roma es echarse a andar y no dejar de dar paso tras paso descubriendo una ciudad redonda porque Roma ha sabido conservar su inmenso patrimonio cultural y, al tiempo, ha sabido también crecer y reinventarse siendo hoy un collage incomparable de arte, historia y vanguardia.
El alojamiento es importante siempre en un viaje pero no siempre por las mismas razones, en el caso de Roma, necesitarás un hotel céntrico, que te permita vivir la ciudad de la mañana a la noche sin alejarte en excesos de sus calles, pero ha de ser también en un lugar de intimidad y paz porque de tanto como exigirás a tu cuerpo, necesitarás más que nunca un lugar en el que darle el reposo que necesita para recomponerse. Un lugar así es Vila Borghese, una bellísima villa del SXIX convertida en un hotel de cinco estrellas junto a los jardines Borghese, en una céntrica zona residencial romana desde la que llegarás en un corto paseo a su centro más vivo, de la via del corso a via véneto y a las famosas escaleras de la plaza de España.
Además de sus habitaciones de ensueño, su piscina, spa e incomparables jardines privados, Vila Borghese completa su oferta gastronómica –más allá de su grill, terraza y bar- con un restaurante que ostenta las 2 estrellas Michelin de las que es merecedor el chef Oliver Glowing. Y es que las trattorias del Trastevere tienen su encanto y su sabor, además de ser de visita obligada, pero hay cenas que requieren otro empaque, otro entorno, otra mesa y otro mantel.
Y así, tras amanecer en un plácido jardín, toma las calles de Roma al Vaticano, empápate de arte y vida por igual, de la belleza de los clásicos, romanos y renacentistas y también de la de los diseñadores más vanguardistas, enamórate en la Fontana de Trevi y descubre el Coliseo al anochecer, cítate con el Moisés de Miguel Ángel fuera del Vaticano y con la Piedad en él; saluda a Roma desde la cúpula de la Basílica de San Pedro y a la Via del Corso de la Piazza Venecia…
Completa un itinerario infinito, a tu gusto y a tu estilo pero no renuncies al placer de un alojamiento de ensueño en el corazón de Roma, Villa Borghese.
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