Considerado un icono de Dallas, el Rosewood Mansion en Turtle Creek no es sólo el alojamiento preferido de los millonarios que se acercan a la capital de Texas, sino también una oda al mestizaje arquitectónico, con claras referencias a las construcciones post-coloniales mexicanas y el confort al estilo estadounidense. Con suites privadas, decenas de chimeneas, suelos de mármol y grandes ventanales, la experiencia aquí será única independientemente de la época del año que se escoja para alojarse en él.
La historia de la mansión comienza en 1908, cuando un terrateniente algodonero (que luego pasaría a ser un magnate del petróleo), Sheppard W. King, se asentó al norte de Dallas, en el barrio de Turtle Creek. Fue el tercer palacio de la zona, que pronto cobró fama de exclusiva. Vuelta a construir tras un incendio en 1925, la casa se transforma en restaurante de lujo en 1979, y poco después en hotel de 143 habitaciones.
Un rediseño desarrollado hace dos años quiso convertir con éxito al hotel en toda una joya. Vaya si lo consiguió. Entre sus dependencias destaca la Terrace Suite, en la última planta, con una terraza de 120 metros cuadrados, comedor para seis personas, cocina equipada, camas king-size y baños con todas las comodidades, incluyendo jacuzzi, ducha con hidromasaje y bañera.
El Mansion Restaurant sigue siendo el más elegante de Dallas, a pesar de haber pasado ya 30 años desde su estreno. Ofrece un menú que añade a la cocina americana la esencia de la maestría francesa. Destaca su brunch, donde no faltan los huevos benedictinos con langosta y espinacas o la galleta artesana con yogur de vainilla, panna cotta y frutas silvestres.
Un fin de semana en este paraíso texano es posible a partir de 500 €.
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