A las afueras de Marrakech, con unas impresionantes vistas de las montañas nevadas del Atlas al fondo, se eleva la gran cúpula central que da la bienvenida al Taj Palace, un cinco estrellas en el que todo es opulencia y magnificencia, propia de sultanes. Situado en un vasto terreno de 55 hectáreas, cuajado de grandes jardines, olivares y palmerales, todo ha sido tratado para brindar una exótica mezcla de Marruecos e India.
Con 161 habitaciones, 25 de ellas suites, nada se ha dejado al azar. Colores sugerentes, en tonos muy vivos, han sido elegidos para que cada estancia tenga personalidad propia. Paredes verdes, cojines fucsias, alfombras burdeos... un arcoiris en el que el lujo, los mejores materiales y el confort son claves. Una fusión que se lleva también a su oferta gastronómica, ya que sus restaurantes sirven lo mejor de la comida local, además de mediterránea, hindú y pan-asiática.
Llama la atención el Jiva Grande Spa, un balneario para los huéspedes con 3.800 metros cuadrados que posee 14 salas de tratamiento y dos hammams. No faltan los baños en salas abovedadas con luz que entra a través de huecos en forma de estrella, ni los mejores masajes y cosméticos.
Con posibilidad de jugar al golf, relajarse en las piscinas del hotel o visitar el jardín Majorelle de Yves Saint Laurent, hospedarse en el Taj Palace es posible a partir de 380 €.
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