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El amo del castillo

Un castillo del siglo XVIII cobra nueva vida en Mallorca como hotel boutique de lujo, con tan sólo 38 habitaciones en una propiedad de 130 hectáreas.

Mallorca está de enhorabuena. Allí acaba de abrir sus puertas un hotel de lujo llamado a convertirse en una referencia de exclusividad: el Castell Son Claret. Situado al suroeste de la isla, a las faldas de la sierra de Tramuntana y a diez minutos de Puerto Portals, sus puntos fuertes son la tranquilidad, la exuberante naturaleza que lo rodea y la excelencia gastronómica.

El protagonista es un castillo del siglo XVIII, así como sus dependencias adyacentes: casas de labriegos y establos. Todos han sido reformados para convertirse en un hotel boutique moderno y confortable, en la que cualquier huésped se encuentre a gusto y sin echar de menos las innovaciones propias de nuestro tiempo. Además, los patios y los jardines del complejo han sido igualmente recuperados teniendo en cuenta su herencia histórica y resaltando ejemplares de singular valor como los olivos centenarios y otras especies autóctonas que se reparten en una magnífica finca de 130 hectáreas.

Se han dispuesto 38 habitaciones y suites, aunque llaman la atención sobre todo dos de ellas, situadas en los antiguos establos del castillo y que disponen de su propia piscina para ofrecer la máxima privacidad a sus huéspedes. En todas se trata de conjugar la amplitud del espacio y la luz natural con la búsqueda del silencio, la funcionalidad y la belleza.

El retiro de la vida estresante de la gran ciudad que supone hospedarse en Castell Son Claret no está reñido con la buena mesa. En este aspecto, el protagonista es Fernando Pérez Arellano, considerado el mejor chef balear. Allí ha abierto un nuevo Zaranda y los más gourmets pueden solicitar comer al aire libre, en el patio histórico del antiguo castillo, recetas elaboradas con productos de la finca como la Tarrina de perdiz con repollo, foie gras y trufas negras o el Confit de besugo acompañado de pistacho, berenjena y caponata.

No es el único punto gastronómico. El restaurante Olivera, por su parte, ofrece un variado desayuno mallorquín y una carta a base de platos mediterráneos tanto en las comidas como en las cenas. El hotel cuenta con su propio horno de pan y el bar Castell, ubicado en la antigua capilla del castillo, ofrece durante el día una amplia selección de cafés y tés, y por la noche todo tipo de cócteles.

A partir de 245 €/noche, toda la quietud de Mallorca en su mano.