Dicen Tim y Kit Kemp que los hoteles deberían ser lugares llenos de vida y no instituciones hieráticas. Y eso es lo que se propone este matrimonio de empresarios londinenses cada vez que abren y gestionan uno bajo su sello de Firmdale Hotels. Actualmente cuentan con ocho establecimientos boutique en Londres y uno en Manhattan.
El del otro lado del Atlántico es el que nos ocupa, ya que el Crosby Street Hotel, además de permitir vivir la vibrante actividad del SoHo neoyorquino como ningún otro, es toda una oda al diseño contemporáneo y a las costumbres británicas, pues han sabido unir tradiciones típicas de la Gran Manzana con otras muy inglesas como el té de las cinco, que nunca falta a su cita.
Con 86 habitaciones repartidas en 11 plantas, cada una de ellas ha sido diseñada de forma individual, por lo que es normal que un huésped se enamore de una de ellas y siempre quiera pernoctar en 'su' habitación. Eso sí, todas cuentan con lo último en multimedia, productos de baño y aseo de Miller Harris (una de las firmas nicho más interesantes de Londres), grandes ventanales y una decoración cuidada de la que se ha encargado la propia Kit, que ostenta importantes premios como interiorista.
Con suelos de madera y un estilo a medio camino entre el Londres clásico de Mayfair y la vanguardia americana, su bar es centro de reunión para los que quieren una cómoda y relajada copa en sus escapadas al SoHo. No es extraño ver a algunos tomando el té al tiempo que otros disfrutan de un buen cóctel. Las dos orillas del Atlántico unidas en un mismo espacio.
Con jardín privado, gimnasio y una sala de cine capaz de albergar hasta a 99 personas, es uno de los hoteles boutique de Nueva York integrados en Design Hotels. La noche aquí parte de los 420 €.
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