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Casa Kimball, hotel privado en República Dominicana

Esta gigantesca mansión de ocho dormitorios se alquila a quienes quieren un hotel privado de gran lujo en la costa norte de la isla.

A un paso de Playa Caletón, en la costa norte de República Dominicana, es posible alojarse en uno de los hogares más impresionantes del Caribe. Son muchos los que prefieren alquilar una casa antes de irse a un hotel. Aquí tienen lo mejor de ambos, ya que Casa Kimball es, al mismo tiempo, un establecimiento de gran lujo y una mansión privada que abre sus puertas solo a un arrendatario al mismo tiempo.

Esta lujosa villa privada de 1.900 metros cuadrados se encuentra en el remate de una zona de acantilados sobre el mar que permite unas vistas maravillosas desde prácticamente cualquier lugar del complejo. No será por falta de ventanales, y es que la construcción, de corte constructivista, se ha diseñado para que prácticamente no haya tabiques, permitiendo que la luz entre casi por los cuatro costados de las habitaciones.

Son ocho los dormitorios que se pueden ocupar en esta mansión de lujo, con precios que parten de los 1.900 €/noche, según el número de habitaciones y cuáles se quieren usar. Aunque la mayor parte del tiempo seguro que la pasamos en su inmensa piscina de arquitectura infinita, que parece que se funde con el mar y que está rodeada por hamacas cómodas que destacan sobre un suelo granítico.

Este, al igual que las paredes, están construidos con piedra local, con un aspecto que recuerda al mármol. En su interior también se juega al minimalismo, con grandes sofás centrales, algunas esculturas y detalles en marrón chocolate que contrastan con el beis de las paredes y los cojines. Una escalera interior sin pasamanos, como clavada en la pared de ladrillo, no pasa desapercibida.

Entre los servicios no falta el cuidado de nuestro menú por un equipo con chef privado, que se encargará de realizar nuestros platos preferidos, así como todo tipo de excursiones o prácticas deportivas. Y para relajarse, si no se tienen ganas de un chapuzón, nada como pasear por su jardín privado de palmeras y almendros. Todo un lujo donde tropezarse con un desconocido es, del todo, imposible.