El Valle del Oja es el hogar de Ezcaray, una localidad riojana que debe su nombre al término vasco “Aitz-Garai”, que identifica a la picota de San Torcuato, una peña de 200 metros de altura en pleno valle. A lo largo de los siglos, Ezcaray ha sido escenario de la vida de la nobleza en el Reino de Navarra, pasando por su adhesión a Castilla y destacado papel en las guerras carlista y civil. Las excusas para visitarla van desde el patrimonio histórico artístico de sus iglesias y palacios a la cercanía de la estación de Valdezcaray. Desde hace años hay una razón más para visitarla: Echaurren.
La línea entre el Echaurren-hotel y el Echaurren-restaurante es demasiado fina. De hecho, puede que ni exista. Para entenderlo mejor sólo tenemos que acudir a su historia. En 1898, Pedro Echaurren y Andrea García remodelan su casa de postas con la vista puesta en el negocio que generará la llegada del ferrocarril. Allí deciden instalar un comedor y aprovechar las virtudes culinarias de Andrea. No sabían que en realidad estaban dando arranque a una tradición gastro-hotelera que dura ya cinco generaciones. En el año 2009 el hotel recibió una remodelación en sus 21 habitaciones y cuatro suites adquiriendo un estilo nórdico en el que la confortabilidad y el diseño de san la mano. Luminosidad, madera y colores suaves en un emplazamiento exquisito de la localidad frente a la Iglesia Parroquia Santa María La Mayor, declarada monumento nacional.
Si el lado gastronómico de Echaurren alcanzó su punto álgido cuando bajo el mando de su cuarta generación, la de Marisa y Félix, consiguieron el Premio Nacional de Gastronomía al mejor jefe de cocina; su futuro no se presenta muy diferente. Bajo la batuta de Francis y José Félix, dirige sus paso a través del S. XXI ampliando el carácter culinario del hotel con el restaurante tradicional Echaurren, el bistrot El Comilón, y el restaurante de cocina de autor El Portal. Precisamente este último ha sido el primer restaurante en conseguir una estrella Michelin en la historia de La Rioja. Cocina vanguardista, con un gusto especial para llevar los sabores centenarios a un nuevo plano, de ella destacan platos como el corzo sobre cebollas rojas y crema castañas, o la espiral de albahaca y mozzarella.
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