Ayer domingo amaneció presidiendo el puerto de Barcelona. Blanco e impoluto. No podía ser de otro modo, si tenemos en cuenta que apenas lleva unas semanas en el mar, tras su botadura en el estuario del Loira, donde fue creado. Su nombre, Harmony of the Seas, evoca vacaciones, relajación, tranquilidad... y eso es lo que pretende ser para los más de 6.400 pasajeros que puede albergar este crucero.
El acceso ya sorprende, porque no se hace por una pasarela a pie de muelle, sino a través de una entrada en lo que sería la planta quinta del barco, en este caso la cubierta 5. Y sí, aunque no se zarandee absolutamente nada, hemos puesto un pie en el crucero más grande del mundo, un titán marino gigantesco que se levanta por nada menos que 11 cubiertas de pasajeros (a las que hay que sumar otras 6 para almacenes, dormitorios de parte de las 2.000 personas que se encargan del día a día del barco, salas de máquinas...). La primera sensación es de agobio. ¿Cómo no voy a perderme si mire dónde mire todo es grande, alargado y nuevo? Imponen los 362 metros de eslora. Dan ganas de salir corriendo de popa a proa, solo por comprobar que cuesta ver una esquina desde la contraria.
Poco a poco, la propia vida en el barco empieza a permitirte una ubicación. Con el camarote como centro de la brújula y las zonas de ocio y restauración siempre localizadas para orientarnos sin problema, es el momento de recorrer esta ciudad que se mueve lentamente por el Mediterráneo, sin prisa, con el poderío que supone ser el número 1 de los cruceros. Y no solo por sus 227.000 toneladas de registro bruto, los 2.747 camarotes o el lujo de cada rincón.
Ya no preocupa dónde están las cosas, sino no dejarnos ni una en el tintero. ¡Hay tanto por probar! El Harmony of the Seas parece pensado para no abandonar nunca el barco durante los cruceros. A nada que nos guste la diversión, es un no parar. Por ejemplo, lanzándonos desde la cubierta 16 a la 6ª por el Ultimate Abyss, el tobogán más alto del mar, una caída de más de 40 metros que impresiona, tanto verlo como experimentarlo. Además, es un tobogán seco, por lo que las 10 plantas se bajan sin mojarnos, deslizándonos sobre una colchoneta con tiradores.
Pero si lo que queremos es mojarnos. Sin problema. Podemos darnos un chapuzón en sus piscinas o relajarnos en alguna de las 23 bañeras al aire libre de hidromasaje. O seguir con el espíritu deportivo en el simulador de surf Flowrider o bajando por alguno de los tres toboganes de agua The Perfect Storm, que son como un parque acuático dentro del barco (dos de ellos son clásicos, en curva; pero un tercero tiene un final inesperado en plan copa que permite un par de vueltas extra dependiendo de la velocidad en la que entres en ella). Y hay que añadir una pista de patinaje sobre hielo, una tirolina para volar por la cubierta a 25 metros suspendidos sobre ella, pared de escalada... Hay un gimnasio convencional en la cubierta 6 pero, con tanto deporte y descarga de adrenalina, casi que no hace falta pisarlo.
Mucho más relajado es poder pasear por el Central Park. Allí se van sucediendo parte de la docena larga de propuestas gastronómicas que ofrece el barco. Como ocurre en otros de la naviera, el chef Jamie Oliver tiene allí un restaurante italiano. Hay que sumar propuestas de otras nacionalidades como el asiático Izumi, el Chops Grille, especializado en pescado; el lujo del Chef’s Table, o el Coastal Kitchen, de acceso para los huéspedes de las suites.; una taquería, pizzería, tapeo... Y es que el barco mantiene el concepto de ‘siete vecindarios’ de Royal Caribbean, por el cual se reparten los restaurantes y el ocio a lo largo de varios atrios.
Da igual que ya lo hayamos visto en otros de los barcos, el Bionic Bar siempre asombra. Dos brazos de robots se encargan de preparar los mejores cócteles artesanales mientras, a su alrededor, la gente baila, charla, se divierte... Y no faltan opciones más clásicas con un barman de carne y hueso, ni tampoco el teatro.
El cartel de esta temporada tiene nada menos que uno de los grandes éxitos de los musicales del cine y Broadway: Grease. Desconectar mientras todo el anfiteatro canta las canciones que popularizaron Olivia Newton-John y John Travolta es toda una experiencia. También espectáculos de patinaje sobre hielo y monólogos. Como para aburrirse.
No es casualidad que el viaje inaugural sea desde Barcelona. La Ciudad Condal será el hogar del Harmony of the Seas durante el verano, permitiendo disfrutar de cruceros de 5 y 7 noches (solo será durante esta temporada). Los pasajeros, además, podrán compartir sus experiencias a bordo sin preocuparse de la cobertura, pues el barco cuenta con el sistema de Internet en el mar con mayor capacidad del planeta y el más rápido.
Nuestro viaje llega a su fin. Damos el relevo a los que se preparan para visitar Baleares, la Costa Azul e Italia durante una semana de crucero (desde 999 €). Seguro que, como a nosotros, les costará abandonar el barco.
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