En medio de un desierto, en un ambiente árido y seco, existe un vergel ubicado en un reducido ecosistema. Saltos de agua, senderos espectaculares, fresnos, castaños de indias, nogales, un río cristalino, alfombras doradas de hojas, silencio, brisa suave y grutas de caprichosas formas. La magia de un entorno único nos envuelve por completo en un lugar más propio de hadas y duendes. El Monasterio de Piedra, nos espera, espléndido, en cualquier época del año, pero es en otoño cuando el dorado tiñe su exuberante vegetación.
Hay mucho que ver y mucho que descubrir en este paraíso natural. El río Piedra, origen de este rincón único, ha ido erosionado la roca con el paso del tiempo formando lagos, cascadas y grutas misteriosas. En la Plaza de San Martín comienza la aventura, bordeando el hotel se llega a las Cuatro Calles y de ahí al Mirador de la Cola de Caballo, la cascada con la caída de agua más alta de la península. Este salto de agua esconde un tesoro, la Gruta Iris, a la que se puede acceder por unas escaleras estrechas excavadas en la roca. Con la belleza de la gruta en la retina nos topamos a continuación con El Lago del Espejo, donde el color verde y el silencio lo innudan todo. Reflejado en él la Peña del Diablo, un cuadro que impacta por su gran belleza, un paraje del que nos costará salir, donde el tiempo se detiene y el sentimiento se desborda. Aquí el agua lo refleja todo. Otros rincones como Los Chorreadores, la impresionante Cascada Iris, el Baño de Diana, el Lago de Los Patos, La Cascada Trinidad, Cascada La Caprichosa, La Gruta del Artista y el Vergel son parte de esta aventura que sigue el capricho del agua serpenteante.
En 1945 este Parque Natural fue declarado Paraje Pintoresco Nacional, formando parte de la red de espacios protegidos de Aragón. Más tarde en el año 2010 pasó a ser incluido como Conjunto de Interés Cultural en la categoría de Jardín Histórico. El Parque Natural del Monasterio de Piedra es un lugar que bien merece una escapada. Recorrerlo es apto para todos los públicos, basta con llevar algo de abrigo, alguna prenda que nos proteja del agua, calzado cómodo y algún tentempié de emergencia para los más pequeños, porque nos llevará unas dos horas y media visitarlo. Las entradas pueden adquirirse en las taquillas del propio recinto o bien online para evitar perder tiempo si sólo disponemos de una mañana o llegamos justos de tiempo.
Situado en la provincia de Zaragoza, a unos cien kilómetros de la ciudad, este entorno es perfecto para pasar unos días en pleno contacto con la naturaleza. También se puede visitar el Monasterio cisterciense fundado en 1194 catalogado como Monumento Nacional y dos museos, el Museo del Vino y el Museo del Chocolate. Como curiosidad decir que el Monasterio de Piedra fue el primero en Europa en elaborar chocolate en sus cocinas. Sus monjes fueron los primeros en probar este dulce manjar.
Y aún hay más, el hotel del Monasterio de Piedra anuncia con un calendario en su web, las próximas lluvias de estrellas fugaces Leónidas y Gemínidas que se podrán observar en El Rincón del Poeta. Un lugar extraordinario para verlas debido a la escasa contaminación lumínica. Los niños no olvidarán nunca una velada bajo el firmamento. Un gran espéctaculo nocturno que hay que disfrutar con toda la familia.
La visita al parque es una experiencia totalmente recomendable, un vergel en el que soñar, un lugar increíble del que podemos disfrutar sin tener que desplazarnos demasiado lejos. Una experiencia al capricho del agua, de la brisa, del sonido de los pájaros, donde los niños tendrán la oportunidad de vivir una muy jornada especial, descubriendo rincones insólitos, libres y rodeados de bosques. El Parque Natural del Monasterio de Piedra bien merece un fin de semana.
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