A las diez de la noche, el centro de París aún cuenta con gran cantidad de personas y vehículos que dan valor a la máxima de que la capital de Francia nunca duerme del todo. Es lo que ocurre con las grandes capitales, que su vida late sin importar la hora. Eso sí, el ritmo ha bajado, ya no hay aglomeraciones y son los restaurantes los que toman la batuta, junto a las salas de fiestas y las coctelerías de moda.
Pero junto al boulevard Saint-Germain también es posible aprovechar esas últimas horas del día para una actividad igual de hedonista, pero con un lado saludable: nadar. Hasta la medianoche es posible nadar cuantos largos se quiera en la piscina de Pontoise, la de mayor encanto de la capital, situada en pleno centro y que mantiene intacta su arquitectura original, de estilo Art Decó.
Construida en 1934, forma ahora parte del catálogo de edificios protegidos de la ciudad. No es para menos. El encanto de este lugar, que le ha valido ser marco de muchas películas (quizás la más conocida sea 'Azul' de Kieslowski), reside en su conservación, adaptada a los tiempos pero con sus tres plantas de puertas azules, paredes blancas y techo azul reluciente intactos, como hace décadas.
Llama la atención que mida 33 metros, o que los vestidores formen un atrio muy especial que domina lo que ocurre en el agua. Tampoco faltan tumbonas, por si alguien necesita descansar entre largo y largo. Aunque para relax, mucho mejor las salas de tratamiento reiki y shiatsu del recinto...
La piscina forma parte de un complejo deportivo más amplio, en el que también se puede hacer otro tipo de ejercicios, tanto cardiovasculares como de musculación, o incluso jugar al squash; otro lujo si tenemos en cuenta que nos encontramos en el centro de París. La entrada diaria cuesta 5 €, aunque a partir de las 20 horas sube el precio hasta los 11 € (se admite la entrada de bañistas hasta media hora antes del cierre, que entre semana puede ser las 23.30 h, según el día).