La majestuosidad de los fiordos noruegos es hipnótica. Adentrarse en barco por sus aguas, cada vez más estrechas; u observarlos desde lo alto de sus acantilados, es un espectáculo que empequeñece. La naturaleza se muestra tal como es: poderosa y fascinante.
No sólo los hay en Noruega. De hecho, en Europa hay fiordos incluso en la costa de Montenegro (en Kotor), pero son los de país escandinavo los más famosos y, turísticamente hablando, los que más visitantes reciben anualmente y, sobre todo, en verano. Concretamente, es la costa suroeste del país la que concentra la gran mayoría de ellos, de Stavanger a Kristiansund, y cada año alrededor de 150 cruceros de lujo los surcan para que sus afortunados tripulantes y huéspedes puedan dejarse asombrar por los saltos de agua, las paredes de piedra casi verticales y el verde de los campos al llegar al final de los mismos.
Las aguas de los fiordos noruegos, saladas, son el hábitat de focas, marsopas y de una gran variedad de peces, alimento perfecto para las águilas y otros pájaros que surcan los cielos. Son más profundos de lo que parece. Por ejemplo, el de Sognefjord alcanza los 1.308 metros, una cifra nada desdeñable si tenemos en cuenta que el Mediterráneo tiene 1,5 km. de media.
Algunos son Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. Todos, impresionantes. Y nosotros hemos seleccionado algunos de los más interesantes para que decidir por cuál visitar sea, si cabe, una tarea más complicada. ¡Queremos ir a todos!
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